domingo, 4 de abril de 2010

El impertinente feminismo.



El impertinente feminismo.
Ana María Rey Merino.
27 de marzo de 2010
Cuando desde la Federación de Asociaciones de Mujeres de la Comarca de Guadix “Sulayr”, convocamos a las juntas directivas de las veinte entidades que la componen a participar en una jornada de trabajo y reflexión sobre “Feminismos y Liderazgo” sabíamos que muchos conceptos, que teníamos por seguros, se iban a tambalear. Entre otras cosas porque tenemos la certeza de que el feminismo es impertinente, así define la Real Academia de la Lengua a todo aquello que molesta de palabra o de obra. Y es muy fácil hacer la prueba. Basta con mencionarlo, y cual palabra mágica, inmediatamente nuestros interlocutores tuercen el gesto, muestran desagrado, se ponen a la defensiva o, directamente comienza la refriega.


¿Por qué? Porque el feminismo cuestiona el orden establecido para quienes lo establecieron, es decir para quienes se benefician de él. Pensad por ejemplo la poca gracia que hizo que el Presidente del Gobierno nombrara a una mujer Ministra de Defensa, ese mundo de hombres hecho a la medida de los hombres frunció el ceño, sin embargo el tesón, la capacidad de dialogo y trabajo de la ministra Chacón ha limado todas las asperezas y ha conseguido el respeto de todos los generales. Recordad como pusieron el grito en el cielo los grandes empresarios cuando la ley de igualdad dispuso que las mujeres se incorporasen a los Consejos de Administración. ¿Os imagináis la cara que pueden poner los hombres de iglesia, me da igual si es cristiana, judía o musulmana, si las mujeres piden igualdad y paridad en ellas?

Elena Simón una intelectual feminista, filóloga y escritora de ensayos nos contó que el feminismo nació siendo impertinente. Corría el siglo XVIII y los revolucionarios franceses, entre los que se encontraban también muchas mujeres como Olimpia de Gouges, comenzaban a defender las ideas de “igualdad, libertad y fraternidad”. Por primera vez en la historia, se cuestionaban políticamente los privilegios de cuna y aparecía el principio de igualdad. Sin embargo, las mujeres que defendieron que esos derechos las incluían a ellas también, terminaron en la guillotina, les quitaron la cabeza como símbolo de eliminar su capacidad de pensar. Mientras, ellos siguieron pensando que habían instituido un nuevo orden por el que las libertades y los derechos políticos, sociales y económicos eran universales. Y se quedaron tan anchos y tan panchos dejando a las mujeres fuera. Es por eso que la gran filosofa española Amalia Valcárcel, dice que el “feminismo es un hijo no deseado de La Ilustración”.
Cuando analizamos los libros de historia de la forma crítica que propone el feminismo asumimos que los derechos del hombre, no fueron los de la mujer, y por eso somos tan beligerantes con el lenguaje, y procuramos a toda costa que visibilice la presencia y las aportaciones de las mujeres.
Este impertinente feminismo es una corriente de pensamiento y de acción política, en el que muchas mujeres militamos incluso sin tener conciencia de ello.
Elena Simón nos habló de las dos grandes revoluciones que se han producido en las sociedades occidentales desde la década de los 60 del siglo XX y que nos han permitido avanzar a las mujeres.
La primera ha sido la introducción en la vida cotidiana de aparatos y máquinas que simplifican y transforman las tareas diarias, tanto las encomendadas a las mujeres en el ámbito doméstico, como las encomendadas a los varones en el ámbito productivo y laboral, lo que hemos dado en llamar revolución tecnológica. La segunda se ha dado sobre las personas y las relaciones entre los sexos, que durante siglos estuvieron ancladas en la división socio-sexual del trabajo y en la complementariedad, lo que hemos llamado revolución feminista.

Ambas han sido pacíficas, y nos han hecho diferentes de las generaciones que nos precedieron. Las mujeres podemos por primera vez en la historia realizar un proyecto de vida propio, no dependiente, incluyendo todo tipo de decisiones en las que nuestras abuelas ni siquiera soñaron. Hoy decidimos si queremos estudiar y qué, si queremos formar pareja o vivir solas, si deseamos tener hijos y cuando… Hemos mejorado, pero por el camino se han quedado minas ocultas que pueden estallar, tanto en el cambio tecnológico como en el humano. En este sentido se nos ha invitado a ponernos otros “impertinentes”, en esta ocasión esos que define la Real Academia como “anteojos con manija usados por la señoras”, para mirar y analizar de forma crítica todo cuanto nos rodea, al tiempo que nos preguntamos ¿es bueno para las mujeres? Si la respuesta es positiva entonces podremos validar esa realidad, porque lo que es bueno para las mujeres es bueno para la sociedad. Sabemos que el reto actual de la sociedad, y de la democracia, es el reparto equitativo entre mujeres y hombres de responsabilidades y obligaciones en el mundo de lo público y en el mundo de lo privado. Y para ello Elena Simón propone tres pactos: el íntimo(cada una con ella misma) basado en el autoconocimiento y la autoestima, donde se definan debilidades, fortalezas amenazas y oportunidades; el segundo un pacto entre mujeres, cada una con las demás, sin que existan barreras de partidos, en el que las diputadas dialoguen fluidamente con las amas de casa y las obreras con las empresarias, las creyentes con las descreídas, las payas con las gitanas, las nacionales con las inmigrantes… esta es la única garantía de subsistencia política para nosotras, en caso contrario seremos sombras adheridas al poderoso; el último un pacto con los hombres, ya que empoderadas de forma colectiva, estaremos en condiciones de vernos con ellos como pares, equivalentes, equipolentes, y ellos podrán ser nuestros aliados, y nuestros colegas naturales, por fin.

Otro gran bloque de trabajo fue conocer el I Plan Estratégico para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Andalucía que se ejecutará en los cuatro próximos años con un presupuesto de casi tres mil millones de euros. Tiene tres directrices: transversalidad de género; la corresponsabilidad; y empoderamiento de las mujeres. Lo explicó con gran detenimiento Magdalena Sánchez, la Delegada de la Consejería de Igualdad y Bienestar Social en Granada. Está colgado en Internet así que no me detendré en él, pero te recomiendo que lo conozcas.
Finalmente quisimos reflexionar sobre el liderazgo de las mujeres de la comarca. Es cierto que muchas tienen dificultades para verse como lideresas. No toman la palabra en público, no se proponen ni se votan como representantes, no suelen tener la iniciativa en acciones colectivas… Sí trabajan, e influyen, pero un paso por detrás, en la sombra. Nos hemos propuesto trabajar para ser osadas y dar un paso al frente. Si lo conseguimos, veremos hacerse realidad ese mundo distinto en el que creemos.

2 comentarios:

José María dijo...

Soy hombre y me considero feminista, en tanto en cuanto significa igualdad entre hombre y mujeres. Pero como seguro que hay machistas también se cae en el hembrismo, y eso debería cuidarse por el bien del feminismo o sea, de la igualdad.
Ánimos a todas las feministas de verdad, adelante

Ana Maria Rey Merino dijo...

Sin lugar a dudas el mundo que soñamos o es compartido o no será. Sé que el hembrismo es tremendo, y puedo imaginar lo que hace sufrir a los hombres, pero no solo a ellos. El machismo y su reverso el hembrismo son dos caras de una misma manera de minusvalora a quien no es su igual, y para hacerlos desaparecer trabajamos. Gracias José María por estar en el lado luminoso.