jueves, 3 de octubre de 2013

Colisión de derechos. 20/4/2913

No deja de sorprenderme que, con lo que estamos viviendo en este país, con gente agotando las maneras razonables de exigir a sus representantes que cumplan con la obligación de dar respuesta a perentorias necesidades de comida y vivienda, no deja de sorprenderme, insisto, que Rouco Varela vuelva al ataque con temas como el aborto o el matrimonio igualitario. Me pasma esta monomanía de monseñor. Por eso hoy quiero que conozcas a una mujer católica que desenvaina su pluma y su voz para batirse el cobre con su hermano en Cristo. Se trata de Teresa Forcades, monja benedictina, doctora en Teología y en Salud Pública, y especialista en Medicina Interna. Una potente intelectual que no deja indiferente Pide que se respete a las mujeres que abortan. Defiende el principio de la vida como don de Dios, pero plantea si es lícito (según la moral católica) violar el derecho de autodeterminación de la madre para salvar la vida de la criatura que anida en su vientre. Porque el derecho a la autodeterminación es tan sustancial y tan absoluto como el derecho a la vida. Para ella no existe un derecho al aborto, pero sí una colisión entre dos derechos fundamentales: el de la vida del nuevo ser y el de autodeterminación de la madre. Para explicarlo pone un ejemplo en el que involucra a hombres y mujeres. Miles de personas en el mundo podrían salvar su vida con un transplante de riñón. ¿Por qué la Iglesia no pide una ley que obligue a toda persona con un riñón compatible a donarlo a quien lo precise? La cirugía es sencilla y está científicamente demostrado que se puede vivir con un riñón sin acortar la esperanza de vida. Si Dios les ha dado un riñón prescindible que puede salvar una vida inocente ¿en qué principio se puede basar la moral católica para considerar lícito su rechazo a donar? Pues por ese mismo principio se debe respetar la voluntad de la mujer embarazada. Según Forcades, Dios pone la vida del feto en las entrañas de su madre y ha vinculado la vida biológica de este a la vida espiritual de ella. Haremos bien en respetar esta vinculación primaria, ya que le corresponde a ella la responsabilidad moral de decidir sobre su futuro del feto, que también es su propio futuro, ya que la madre lo gesta física y espiritualmente, con su amor y con su deseo de traerlo a la vida. Respetar la decisión de la mujer es respetar la integridad de su conciencia moral, incluso aceptando que objetivamente se pueda equivocar. Amén.




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