domingo, 30 de marzo de 2008

Atractivo y varonil. Solo Mujeres




Atractivo y varonil. Solo mujeres.
26 de julio de 2004.

He recibido, por correo electrónico, las quejas de una amable lectora. Me expresa su malestar porque me comprometo a escribir otro día sobre un determinado tema y pasan los meses sin que lo cumpla, hecho que a ella le provoca cierta frustración. Así que reconozco mi culpa y hago propósito de la enmienda.
En el artículo titulado “El placer y el dolor se acuestan en la misma cama”, trataba sobre la prostitución femenina contratada por hombres y terminaba diciendo que la masculina la abordaría en otra ocasión. Vamos a ello.
Como primera consideración hemos de tener en cuenta que la hay de dos tipos. La que se ejerce por hombres, generalmente muy jóvenes a quienes se llama chaperos, para con otros hombres. Y la que es contratada por mujeres, ejercida por hombres a los que se denomina gigolos o boys.
A mí me ha interesado especialmente esta segunda, fundamentalmente por la necesidad de entender cual es el papel que las mujeres desempeñan. Es un fenómeno, que aún siendo poco significativo, va en aumento. En este momento se calcula que de cada cien contactos de prostitución, uno puede ser requerido por una mujer, incluyendo los encuentros heterosexuales y los lésbicos.
La forma de entrar en contacto con los hombres tiene tres caminos. El más frecuente es el anuncio en los periódicos. En Ideal de Granada encontré un buen puñado como por ejemplo: “Alejandro, morenazo, latino, atractivo, varonil, bien dotado, superculo, cuerpo atlético, discreción. Solo mujeres”, y un número de teléfono móvil al que llamar. Otro camino es el de los locales públicos de espectáculos:“Streptease masculino, despedidas de solteras, fiestas, clases de baile”. Finalmente están las agencias: “Internacionalmente reconocida agencia de contactos tiene plazas disponibles para colaboradores en España, para acompañar señoras adineradas. Altos ingresos. Buscamos hombres de todo tipo y edad”.
Conseguí entrevistar al representante de una agencia que trabaja en Granada, previamente le había informado de que los datos que me proporcionase se harían públicos. Era un hombre maduro, de voz perfectamente modulada, bien vestido y elegante en sus gestos, respondió amablemente a todas mis preguntas e incluso me enseñó lo que él llamó un “Book”, y yo un álbum de fotos. En él pude ver las fotografías artísticas, realizadas en estudio, de cerca de cincuenta hombres. Todos con el torso desnudo, pectorales perfectamente definidos y sin atisbo de vello (señal inequívoca de un doloroso proceso de depilación), cuerpos trabajados y relucientes, y sonrisas de anuncio de dentífrico. En el muestrario no había gordos ni calvos. Eran de las edades más variadas, incluso un cincuentón con el pelo cano, pero con un cuerpo bronceado que no tenía nada que envidiar a los más jovencitos. Según pasaba las páginas, el representante me iba dando explicaciones de cuales eran las características del hombre: nombre, altura, peso, edad, habilidades y prestaciones, y el precio de los servicios. La agencia garantizaba el perfecto estado de salud de todos ellos.
Confieso que lo más sorprendente fueron las tarifas que eran prohibitivas, o al menos a mí me lo parecieron. El servicio de acompañamiento eran trescientos euros. La cena y la entrada a los espectáculos corrían por cuenta de la clienta, al igual que los gastos de vestuario si este debía ser de gala. Había que sumar otros doscientos euros si el chico pasaba la noche con ella y demandaba servicios sexuales. El hotel se carga en la cuenta de la parte contratante.
El perfil de la clienta es el de una mujer de cuarenta años en adelante; con buen nivel educativo, generalmente con estudios universitarios; alto poder adquisitivo; que sabe lo que quiere y paga por tenerlo; que no desea enfrentarse a complicadas relaciones sentimentales; culta y exquisita en el trato; y que no suele repetir con un hombre para evitar posibles dependencias afectivas.
El perfil del prostituto, palabra que por otra parte ellos odian porque lo asocian al sórdido mundo de los burdeles y las calles, es el de un joven estudiante universitario, necesitado de ingresos extra, le gustan las mujeres y el lujo que ellas le proporcionan, cuida su cuerpo en el gimnasio, sabe bailar, conoce el cuerpo de las mujeres y les proporciona el placer físico por el que ellas están dispuestas a pagar.
Es la información que puedo condensar en las columnas asignadas, y queda saldada una deuda.