viernes, 14 de marzo de 2008

Esto sí es un cuerpo




Esto sí es un cuerpo.

13-03-2008
Cuentan los indios Sipai de Brasil, que hubo un tiempo en el que un buitre revoloteaba por su aldea con un tizón encendido entre sus garras, burlándose del héroe Kumafari y su pueblo, porque no sabían hacer fuego. El héroe, indignado por aquella provocación, propuso hacerse con el tizón de fuego.
Observaba que el buitre se posaba en un árbol, dejaba el tizón entre las horquillas de las ramas y después bajaba al suelo a comer carroña. Kumafari hizo varios intentos para apoderarse del fuego, incluso llegó a hacerse el muerto, pero el buitre terminaba por descubrir la trampa. Un día Kumafari se acostó en el suelo, extendió y hundió sus brazos en la tierra, que se convirtieron en dos arbustos y sus dedos en ramas. El buitre pensó que estaba muerto de veras. Entonces se posó sobre él, sin sospechar que dejaba el tizón en la mismísima mano del héroe. En un segundo, el hombre cerró la mano, se levantó de un salto y huyó con el fuego. Indignado el buitre gritó que era una vergüenza que no supieran hacer fuego, cuando solo tenían que poner al sol palos de uruks y hacerlos girar uno sobre otro. Kumafari sonrió, no solo tenía el tizón sino que también le fue revelado el secreto del fuego. Desde entonces los Sipai han tenido fuego cuando lo han necesitado
En mitos como este iba pensando cuando me dirigía al Parque de Bomberos de Guadix, el pasado sábado. Habíamos recibido la invitación para participar en los actos organizados para celebrar el día de su Patrón, que no es otro que San Juan de Dios.
Allí me encontré con Miguel Tauste, y recordamos aquellos años en los que, siendo los dos concejales del Ayuntamiento, él estaba verdaderamente decidido a materializar su sueño de tener un cuerpo de bomberos profesionales para la ciudad. Fue un proceso duro y lleno de obstáculos, pero cuando mirábamos a nuestro alrededor y veíamos los camiones, el edificio, a los hombres uniformados… sonreíamos al pensar que no somos muy concientes de que muchos de nuestros sueños se han hecho realidad.
El día era espléndido, un sol radiante, temperatura agradable, unas impresionantes vistas de la ciudad y de la sierra cubierta de nieve, y la alegría de la celebración en los rostros de la mucha gente de Guadix que hasta allí se había desplazado.
Hubo misa en la zona de cocheras y el oficiante hizo en su sermón una ruta por los lugares del santo patrón, hasta explicarnos que a él se encomiendan los bomberos porque cuando estaba ardiendo el Hospital Real de Granada en el que él se dedicaba a cuidar enfermos, no pudo resistir la idea de que hicieran explotar las instalaciones (con los enfermos dentro) para apagar el fuego, así que se puso manos a la obra y los fue sacando uno a uno con gran riesgo de su vida.
Es cierto que el fuego forma parte de nuestras vidas, contribuyendo a nuestro bienestar, pero también amenaza nuestros bienes y hasta la propia vida. Y esa fascinación que produce el mirarlo, lo ha convertido en compañero inseparable en nuestro progreso y tambien en nuestra destrucción. Por eso hemos tratado de dominarlo, integrándolo en la civilización, y por supuesto nos hemos equipado para protegernos de sus efectos devastadores.
Las pantallas de cine se llenan de héroes que hacen realidad esa lucha constante contra el fuego: Fahrenheit 451, ¡Al fuego, bomberos!, El coloso en llamas, Fuego intencionado, Brigada 49, Os declaro marido y marido, y por supuesto Llamaradas.
Cierra los ojos, intenta escuchar la maravillosa banda sonora de esta última película, que es obra del compositor Hans Zimmer, y cuando ya esté sonando, como lo hacía en el parque de bomberos, podrás ver pasar los rostros de los hombres que velan por nuestra seguridad, no solo cuando hay fuego, también cuando se producen accidentes, o inundaciones, o terremotos. Ante ti aparecerán los caballeros vestidos de azul y con cascos resplandecientes y reconocerás los rostros de Miguel Ángel Puertas, Jorge Ramiro Rayo, José Marcos, Torcuato Tapia, Francisco Hidalgo, Manuel Plaza , José Molina, Antonio López, Miguel Pérez García, y de mi queridísimo Javier Fornieles al que he visto crecer hasta alcanzar sus sueños.
La jornada era, por otra parte, el Día de la Mujer, y quiero hacer un homenaje personal a la única bombera que tenemos, Loly Hernández González, una profesional desde las botas hasta el casco, a la que espero ver de nuevo vestida de uniforme y trabajando en la formación de nuestros escolares para prevenir riesgos.
De los espectáculos musicales que nos regalaron los bomberos, de los bailes al ritmo de Nueve Semanas y Media, no te voy a contar nada, porque fueron solo para quienes allí estuvimos. ¡Eso si que eran cuerpos!.