martes, 25 de marzo de 2008

La calumnia lame mansamente mis pies














La calumnia lame mansamente mis pies.

5.4.2004

Suelo aprovechar las vacaciones, días festivos y paros forzosos para leer los libros que amontono en las esquinas en espera de uno de estos momentos. Combino estas experiencias tan agradables con largas tumbadas en mi sofá de madre, en esos instantes pongo música, cierro los ojos y consigo los más alucinantes estados de libertad personal.
Hay una autora que esperaba en un rincón y que al fin he descubierto. Se trata de una almeriense que nació avanzado el siglo XIX. Recibió la educación que se ofrecía a las jóvenes burguesas, pero lo hizo con aprovechamiento obteniendo el título de maestra. En la memoria que presentó para las oposiciones de profesora agregada en Escuela Normal escribió: “Ellas son las que educan el tierno corazón de sus hijos y las que influyen con su ejemplo y sus consejos en las decisiones de su esposo, por lo que podemos decir que la mujer, desde su modesto hogar, es la que decide la suerte de las naciones”. Es evidente que esta frase se debía a la ingenuidad de sus pocos años y a la interiorización del discurso de los pensadores krausistas que creían que la regeneración social dependía de las mujeres, por ser ellas las que forman e informan el corazón y el pensamiento de hijos e hijas, porque son capaces, fuertes, dulces, sabias y aman tanto el hogar como el mundo. El error de los krausistas, y de nuestra autora, fue subestimar el poder de la sociedad patriarcal, que sí dispone del poder y los medios para perpetuarse. Es una evidencia que si las mujeres tuviesen la posibilidad de situarse en el mundo a través del libre pensamiento, el mundo sería otro.
Llega a ejercer como maestra en Guadalajara y en varias ocasiones reflexiona sobre lo insufrible que sería este oficio si ella no consiguiera “adornarlo de azul” de introducir en la docencia los ensueños. Quería despertar en sus alumnas las ansias de libertad, sacarlas del oscurantismo, iniciarlas en el amor al arte, ayudarlas a superar con alegría las indigestas explicaciones de los problemas de álgebra.
Era una enamorada de los viajes hasta el punto de afirmar: “Si yo fuera rica no tendría casa. Una maleta grande y a viajar siempre”. En este sentido lamentaba que el progreso hubiese traído el ferrocarril “en lugar de las cómodas escobas sobre las que cruzaban el aire nuestras respetables abuelas”
Cuando Ramón Gómez de la Serna le pidió que escribiese una autobiografía dijo que dentro de ella vivían varios yo: “de hombres, de mujeres, chiquillos... viejos... les dejo que venza el que más pueda, y haga cada uno lo que le dé la gana...!todos son buenas personas!”, que tenían en común el deseo de sentir profundamente la vida.
Era una mujer libre e independiente que decía siempre lo sentía y le parecía oportuno. Odiaba la hipocresía y en más de una ocasión se mostró orgullosa de que se discutieran sus ideas, le daba igual que fuese a favor o en contra. Fue una provocadora social y escribió: “La calumnia se estrella a mis pies lamiéndolos mansamente como el agua del mar a las rocas inquebrantables”.
Descubre el periodismo como un eje vital en sus intereses. Sus colaboraciones en distintos periódicos y revistas serán firmados con seudónimos como Colombine, Gabriel de Luisa y Perico el de los Palotes. Fue la primera mujer española que formó parte de la redacción fija de un periódico en 1903 y la primera corresponsal de guerra (en la de África de 1909). Desde estas tribunas inició campañas a favor del divorcio, el voto femenino, por la defensa de la causa judía, por la consideración social de la infancia, por los derechos de la mujer y por la abolición de la pena de muerte.
Militó de forma comprometida en el Partido Radical Socialista y habría sido diputada, por sufragio universal incluyendo el voto femenino por el que tanto luchó, si su generoso corazón no se hubiese roto de improviso.
Fue una mujer que no conoció límites, que se comprometió con el tiempo que le tocó vivir, que nos aportó un legado importante producto del estudio, de la reflexión y la experimentación, y que fue capaz de abrir caminos de esperanza para que transitaran generaciones de mujeres.
Disfrutarás como no imaginas leyendo cualquiera de los cuentos de Carmen de Burgos y te parecerá increíble haber podido vivir sin conocerla.