viernes, 17 de julio de 2009

Susurro de piedras en una noche de verano.




FAUSTINA Y MARCO AURELIO

(de jóvenes y de adultos)




Susurro de piedras en una noche de verano.
13 de julio de 2009

Los días de verano se hacen llevaderos con la llegada de la noche. Ella cubre la ciudad con su manto de terciopelo azul, que refresca y nos regala la luz de las estrellas y la Luna. Es el momento adecuado para pasear, y escuchar como las piedras hablan.
Empezaremos en la calle Ancha, localiza el edificio del Pósito, y en la pared encontrarás un escudo y debajo, una lápida con una inscripción. Fíjate en ella y te dirá “Dedicado a Faustina Augusta, hija de Antonino Pío, Augusto, la colonia Julia Gemella Acci” es el testimonio del homenaje que nuestra ciudad rindió a la Emperatriz Faustina “La Menor” allá por el año 147, cuando ella tenía 17 años. La placa que ves es una reproducción que los expertos fijan en el siglo XVIII. Ella se llamaba en realidad Annia Galería Faustina Minor y era la hija pequeña del emperador y de Faustina la Mayor.
Ahora vamos a la Catedral, por la fachada de Santiago aproxímate a la zona de la capilla de San Torcuato, casi a la altura de los ojos busca otra lápida gemela a la que acabamos de dejar, y en la que se lee el nombre de Aurelio. Escucha hablar a la piedra: “A Marco Aurelio Vero, hijo del César Augusto, cónsul por segunda vez, la colonia de Acci”
Ya tenemos a nuestros protagonistas. Faustina y Marco Aurelio fueron una pareja singular en la historia del Imperio Romano, y curiosamente Guadix los hizo suyos y nos los ha legado para deleite de cuantos disfrutamos conociendo a quienes nos precedieron.
Faustina nació en Roma en el año 130. Su madre provenía de una familia noble romana de origen hispano, era muy hermosa y conocida en Roma por su sabiduría. Su padre desempeñó con un sorprendente éxito los cargos de cuestor, pretor, y obtuvo el consulado. El emperador Adriano lo adoptó como su heredero y a su muerte le sucedió. Murió cuando Faustina tenía cuatro años. Era una mujer bella, alegre, inteligente, tenaz y valiente. Era un espejo en el que la niñas y jóvenes del imperio se miraban, de hecho en los ajuares funerarios hispanos se incluían pequeños bustos de terracota que la representaban, y que eran elementos de emulación del universo femenino que se deseaba.
Marco Aurelio nació el 26 de abril de 121 en Roma, hijo de Marco Annio Vero y Domicia Lucilla. Ella procedía de una rica y poderosa familia de rango consular, mientras que él era de origen hispano y había accedido al Senado Romano, ostentó el cargo de pretor y había muerto cuando su hijo tenía tres años de edad.
Sus historias se cruzan cuando el Emperador Adriano pide al padre de Faustina que adopte a Marco Aurelio para que pueda ser el sucesor de ambos en el futuro.
Era un guerrero y un intelectual. Sereno, discreto, viril y generoso al que gustaba la conversación franca. Fue considerado el último de los “Cinco Emperadores Buenos” de Roma y gobernó casi dos décadas hasta su muerte en el 180. El pueblo le apodó “El Sabio” y su legado se resume en “Meditaciones”, elogiada obra que trata del gobierno ideal.
En el año 145 se casaron él tenía 24 años y ella 15, y será un año después cuando Guadix les rinda homenaje, mucho antes de que Marco Aurelio fuese investido Emperador.
Durante treinta años de matrimonio tuvieron trece hijos. En un ocasión la Emperatriz parió gemelos, uno de ellos sería el Emperador Cómodo.
Comparten ampliamente la vida en todas sus facetas, lo que sabemos por las epístolas. Faustina acompañó a su esposo en las campañas militares, ganándose el favor de los soldados que la llamaban “Mater Castrorum” es decir, Madre del Campo de Batalla.
Sus relaciones conyugales estuvieron cargadas de ternura y complicidad. Marco Aurelio creía que su mujer era tan hermosa porque los dioses habían puesto en ella un toque divino. Rara vez la nombraba sin anteponerle el posesivo cariñoso de “mi Faustina”.
En una carta de Marco Aurelio escrita desde Halala, en la Capadocia, se lamenta “mi Faustina está mala; daréis otros mil sextercios a las vírgenes vestales porque rueguen a los dioses por ella”. Faustina murió a los 46 años de unas fiebres que solo duraron cuatro días. Fue embalsamada y llevada a Roma, y el Senado decretó su veneración en el catálogo de los dioses. Roto de dolor mandó levantar en su honor un templo en Halala, villa que se rebautizó como Faustinópolis. Él morirá atacado por la peste el 17 de marzo del 180 en Viena.

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