Que la buena estrella las acompañe.
10/9/2013
El siglo XX
ha sido el del descubrimiento de las mujeres, el de nuestra revolución, la
única incruenta de la historia, y el de nuestro modelo teórico: una filosofía
llamada feminismo.
Ahora,
aspiramos a que este siglo XXI sea el siglo de las mujeres. Es cierto que nos
queda mucho camino por recorrer para pasar de los derechos a los hechos. Las
más afortunadas para, desde la igualdad legal, llegar a la igualdad real, y las
que lo son menos afortunadas intentando que se cumpla la tautológica conclusión
de la Conferencia de Pekín del año 1995: "Los derechos de las mujeres son
derechos humanos". Lamentablemente esta afirmación de Perogrullo no es tan
evidente en algunos países del mundo: lapidaciones públicas, ataques con ácido,
ablaciones del clítoris, matrimonios concertados de niñas, violaciones,
asesinatos por terrorismo machistas…
En este
"primer" mundo desde el que escribo, la feminización creciente de la
pobreza se da la mano con la exigencia femenina de una forma diferente de
entender el trabajo y la vida. Y no es que las mujeres seamos menos
competitivas y, mucho menos, que estemos peor cualificadas; sencillamente,
somos el producto de una educación y socialización distintas, la vida privada y
la afectividad son más importantes en nuestra escala de valores. Además y,
desde luego, el "techo de cristal" existe, duro y resistente,
bloqueando muchos sueños y aspiraciones.
Para que
las mujeres pudiéramos estar representadas en política, el movimiento feminista
recurrió primero al sistema de cuotas, tan denostado, para luego llegar al
concepto de democracia paritaria, que aun siendo mucho más ambicioso, o tal vez
por ello, se consiguió con menos reticencias. Por eso hoy siento una especial
alegría al tener una mujer presidiendo el gobierno de Andalucía, y sabiendo que
en su gabinete hay señoras de importantes perfiles, trayectorias, empeños y
proyectos que auguran formas de hacer política más cercanas a las
preocupaciones reales de la ciudadanía, más solidarias, más comprometidas con
los derechos sociales.
Es cierto
que el solo hecho de ser mujer no basta para crear tan optimistas expectativas,
pero sí lo es el célebre dicho de que una mujer tiene que hacer el doble de
méritos que un hombre para que le sea reconocida la mitad, y esto es ya una
garantía.
No tengo
duda respecto a que todas son luchadoras, pero pacifistas; firmes, pero
negociadoras; seguras, pero cálidas.
Levanto mi
copa y brindo por Susana Díaz, Maria Jesús Montero, Elena Cortés, Maria Jesús
Serrano, Elena Víboras y mi amiga Maria José Sánchez Rubio. Espero que la buena
estrella las acompañe.
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