viernes, 11 de septiembre de 2009

¡Despertad de vuestro sueño, durmientes!





¡Despertad de vuestro sueño, durmientes!
Ana María Rey Merino.
10.9.2009.

Tengo una amiga judía, me informa que se acercan los días Yamim Noraim, que son los comprendidos entre dos importantes celebraciones de su religión, el año nuevo Rosh Hashaná y el día del perdón Yom Kipur, que se señalan como “los días temibles” por ser el momento en que Dios juzga al mundo y decreta lo que sucederá en el transcurso del nuevo año. Son diez días de auto-examen y de contrición espiritual.
Rosh Hashaná es el cumpleaños de la Humanidad, el aniversario de la Creación, que se celebra el primero y el segundo día de Tishrei. Así se llama al primer mes del otoño boreal, cercano al 21 de septiembre en que el día y la noche tienen la misma duración, y que este año comenzará al atardecer del día 19 y terminará al anochecer del 20.
El precepto bíblico especial más identificado con Rosh Hashaná es el de hacer sonar el Shofar, instrumento realizado con el cuerno de un cordero que acompaña la plegaria matutina. El sonido de este cuerno, llama a la comunidad judía a la meditación y al arrepentimiento, porque Rosh Hashaná es el primero de los días dedicados a realizar el balance de las acciones individuales. Según Maimónides, el sonido del shofar en este día tiene un significado profundo que dice “Despertad de vuestro sueño, durmientes... y meditad en vuestros actos: recordad a vuestro Creador y retornad a El en penitencia”
Rosh Hashaná es el primer día del año, y en él se manifiestan costumbres que simbolizan los deseos del corazón para el año entrante. Se come una cabeza de pescado o de oveja y se dice: “que seamos cabeza y no cola”; una granada llena de granos para “que se nos aumenten los méritos como los granos de este fruto”; se moja la manzana en miel y se desea: “que comience un año bueno y dulce”; y se comen dátiles y se recita “que se acaben nuestros enemigos”
Me resulta curioso lo que llaman las reglas Kósher, que regulan el empleo de los alimentos, y que están dictadas por las leyes divinas de la Torah, desde hace más de 3500 años. En ellas se establece que los alimentos se dividen en permitidos (Kasher) y prohibidos (Taref). Pueden ingerir todos los animales que tengan pezuñas partidas en dos y que sean rumiantes, los vacunos y los ovinos, y están prohibidos los porcinos, los conejos o las ranas. Para los peces hay dos condiciones, deben tener aletas y escamas, por lo que de ninguna manera comen cazón, pulpo, calamar... Y por no tener aletas están prohibidos los mariscos, así que nada de langostinos, mejillones, almejas... Las aves no deben ser carnívoras, deben estar completamente sanas y matadas con un procedimiento llamado Shejitá. Son Kasher los pollos, gallinas, pavos, palomas o patos, y son Taref las águilas, faisanes y avestruces. Mi amiga dice "Si deseas un pollo sano, con buen sabor, compra Kasher, porque son sumergidos en agua helada durante 30 minutos, se salan para quitarles la sangre y se lavan tres veces para quitarles la sal” Todas las sangres están prohibidos, porque en la sangre está el alma de los animales, así que eliminadas la morcillas. Está prohibido mezclar platos de carne o sus derivados (besarí), con leche y sus derivados (jalabí). Besarí son las sopas de carne, las albóndigas, fiambres y hamburguesas, que no se pueden mezclar ni comer con jalabí, es decir, queso, leche, mantequilla, yogur, helados... Además no se pueden usar los mismos platos para comerlos, o cocinarlos, ni se pueden fregar en la misma tina. Hay una tercera clase de alimentos siempre permitidos, son los Parve, y a esta clase pertenecen la fruta, la legumbre, los condimentos, los huevos, zumos, el pan o el chocolate sin leche.
En Rosh Hashaná se realiza el ritual “tashlij”, el simbólico desecho de los pecados yendo a un río o a la orilla del mar o a una fuente y se recita una oración en la que se pide a Dios perdón por los pecados. Entonces se da vuelta los bolsillos, vaciándolos, simbolizando, la resolución de arrojar todas las transgresiones al mar.
Quiero imaginarme tu cara al leer este texto, y proponerte que pienses en las normas que rigen tu práctica religiosa ¿es muy diferente o tiene aspectos comunes? En realidad para ser una persona practicante del judaísmo, del islamismo o del cristianismo, hay que remar mucho, en mares distintos, pero igualmente sacrificados y buscando exclusivamente recompensas espirituales, ¿o quizá no?


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