La Casa de las Palabras
Ana María Rey.
22 de enero de 2010
En el Parque de Punta Herminia de La Coruña se integran sitios con nombres tan evocadores como los deliciosos paseos que se pueden dar por ellos: El jardín del Moro, El Huerto y El rincón del viento.
Precisamente en El jardín del Moro se encuentra “La Casa de las Palabras” y mientras caminaba a su encuentro recordaba un poema de Eduardo Galeano:
A la casa de las palabras, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las lamieran.
Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.
En la casa de las palabras había una mesa de los colores. En grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino...
“La Casa de las palabras” es el nombre de un antiguo Cementerio Moro construido durante la Guerra Civil, situado en la costa de Adormideras de La Coruña. En él se enterraban los efectivos marroquíes de las tropas golpistas. A finales de los años cincuenta, con la independencia de Marruecos, se repatriaron muchos de los cadáveres, y en los años sesenta, los restos que quedaban, se trasladaron al cementerio de San Amaro Durante años sufrió abandono y un gran deterioro. Hace unos años que se ha recuperado como lugar de encuentro de civilizaciones.
El espacio pretende devolver el protagonismo a la palabra, al diálogo, como argumento fundamental en el intercambio y en las relaciones entre culturas.
Con este objetivo, utiliza murales de azulejos grabados con distintas referencias históricas escritas en su idioma original, que describen la ciudad desde su nacimiento y que ponen en valor la huella que el mundo árabe ha dejado en las lenguas castellana y gallega.
En este contexto la palabra es sinónimo de diálogo, de encuentro, el germen de las relaciones y este espacio exalta el valor de las palabras, de la cultura y de las civilizaciones, porque la palabra es el nexo de unión de la Historia.
Ahora que el mundo árabe se ve con controversia y se vincula con la violencia es buen momento para poner en valor su cultura, su riqueza y la influencia que ha tenido en la cultura, en la española y en la gallega.
Leo detenidaente las palabras de murales de azulejos. La cita de Dion Casio (historiador griego), que señala el momento en que Brigantio entra en la historia de Roma; la leyenda irlandesa sobre Breogán y la Torre de Hércules, recogida en el "Libro de las invasiones" o "Leabhar Gabhala". También hay una cita de Paulo Orosio, de principios de siglo V después de Cristo, donde por primera vez se nombra a la Torre de Hércules, y su versión traducida en su día al árabe. Otra cita es de Alfonso X el Sabio, en la que se narra el combate entre Hércules y Gerión, la construcción de la Torre y la llegada de la mujer de nombre Crunna que da nombre a la ciudad. Es la leyenda fundacional de la ciudad y de la Torre de Hércules.
El texto de Dion Casio, extraído de la "Historia Romana", es el siguiente: "César (...) desde allí, navegando a lo largo de la costa hacia Brigantio, ciudad de la Gallaecia, los atemorizó y los sometió por el rugido de la navegación, ya que nunca habían visto una escuadra". El texto del "Libro de las invasiones" sobre leyendas irlandesas es el siguiente: "Posteriormente una ciudad fue fundada por Breogán en España, se llama Brigantia, y también edificó una torre enfrente de la ciudad, la cual se llamó Torre de Breogán".
Precisamente en El jardín del Moro se encuentra “La Casa de las Palabras” y mientras caminaba a su encuentro recordaba un poema de Eduardo Galeano:
A la casa de las palabras, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las lamieran.
Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.
En la casa de las palabras había una mesa de los colores. En grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino...
“La Casa de las palabras” es el nombre de un antiguo Cementerio Moro construido durante la Guerra Civil, situado en la costa de Adormideras de La Coruña. En él se enterraban los efectivos marroquíes de las tropas golpistas. A finales de los años cincuenta, con la independencia de Marruecos, se repatriaron muchos de los cadáveres, y en los años sesenta, los restos que quedaban, se trasladaron al cementerio de San Amaro Durante años sufrió abandono y un gran deterioro. Hace unos años que se ha recuperado como lugar de encuentro de civilizaciones.
El espacio pretende devolver el protagonismo a la palabra, al diálogo, como argumento fundamental en el intercambio y en las relaciones entre culturas.
Con este objetivo, utiliza murales de azulejos grabados con distintas referencias históricas escritas en su idioma original, que describen la ciudad desde su nacimiento y que ponen en valor la huella que el mundo árabe ha dejado en las lenguas castellana y gallega.
En este contexto la palabra es sinónimo de diálogo, de encuentro, el germen de las relaciones y este espacio exalta el valor de las palabras, de la cultura y de las civilizaciones, porque la palabra es el nexo de unión de la Historia.
Ahora que el mundo árabe se ve con controversia y se vincula con la violencia es buen momento para poner en valor su cultura, su riqueza y la influencia que ha tenido en la cultura, en la española y en la gallega.
Leo detenidaente las palabras de murales de azulejos. La cita de Dion Casio (historiador griego), que señala el momento en que Brigantio entra en la historia de Roma; la leyenda irlandesa sobre Breogán y la Torre de Hércules, recogida en el "Libro de las invasiones" o "Leabhar Gabhala". También hay una cita de Paulo Orosio, de principios de siglo V después de Cristo, donde por primera vez se nombra a la Torre de Hércules, y su versión traducida en su día al árabe. Otra cita es de Alfonso X el Sabio, en la que se narra el combate entre Hércules y Gerión, la construcción de la Torre y la llegada de la mujer de nombre Crunna que da nombre a la ciudad. Es la leyenda fundacional de la ciudad y de la Torre de Hércules.
El texto de Dion Casio, extraído de la "Historia Romana", es el siguiente: "César (...) desde allí, navegando a lo largo de la costa hacia Brigantio, ciudad de la Gallaecia, los atemorizó y los sometió por el rugido de la navegación, ya que nunca habían visto una escuadra". El texto del "Libro de las invasiones" sobre leyendas irlandesas es el siguiente: "Posteriormente una ciudad fue fundada por Breogán en España, se llama Brigantia, y también edificó una torre enfrente de la ciudad, la cual se llamó Torre de Breogán".
El texto de Paulo Osorio, del libro "Adversus paganos historiarum libri septem" es el siguiente: "El segundo ángulo de Hispania está orientado al cierzo, donde la ciudad galaica de Brigantia eleva para observación de Britania su faro altísimo y digno de mención entre muy pocas cosas".
El texto de Alfonso X el Sabio, de "Historia de España" es el siguiente: "(...) al final venció Hércules (...) Y mandó (...) hacer una torre muy grande, e hizo meter la cabeza de Gerión en los cimientos, y mando poblar una gran ciudad (...) y el primer poblador (...) fue una mujer cuyo nombre era Coruña".
En cuanto a las cerca de doscientas cincuenta palabras de origen árabe incorporadas al castellano y al gallego, que se han escrito en los azulejos, se encuentran algunas simples y ricas como naranja y aceite; otras tan aromáticas como jazmín; tan importantes como álgebra; tan entretenidas como ajedrez; y tan atractivas como paraíso.
Ahora, tras su recuperación, el espacio interior se divide en cuatro sectores inspirados en los supuestos ríos que dividían el mundo para los mesopotámicos, y se ajardinan al más puro estilo islámico con especies como romero, lavanda, hierbabuena y santolina. También se ha instalado una fuente, realizada en mármol blanco.
Te invito a visitar este espacio, un buen ejemplo de lo que debe ser el encuentro de civilizaciones. Cuando lo que sobran son temores y dudas, la Casa de la Palabra ofrece confianza y diálogo.
Y siempre te quedará en la memoria el aroma del prado, la caricia de la brisa marina, el color azul verdoso de la línea del horizonte, y un sabor salado en el paladar, que sin duda te llevarán otra vez a Galicia.
El texto de Alfonso X el Sabio, de "Historia de España" es el siguiente: "(...) al final venció Hércules (...) Y mandó (...) hacer una torre muy grande, e hizo meter la cabeza de Gerión en los cimientos, y mando poblar una gran ciudad (...) y el primer poblador (...) fue una mujer cuyo nombre era Coruña".
En cuanto a las cerca de doscientas cincuenta palabras de origen árabe incorporadas al castellano y al gallego, que se han escrito en los azulejos, se encuentran algunas simples y ricas como naranja y aceite; otras tan aromáticas como jazmín; tan importantes como álgebra; tan entretenidas como ajedrez; y tan atractivas como paraíso.
Ahora, tras su recuperación, el espacio interior se divide en cuatro sectores inspirados en los supuestos ríos que dividían el mundo para los mesopotámicos, y se ajardinan al más puro estilo islámico con especies como romero, lavanda, hierbabuena y santolina. También se ha instalado una fuente, realizada en mármol blanco.
Te invito a visitar este espacio, un buen ejemplo de lo que debe ser el encuentro de civilizaciones. Cuando lo que sobran son temores y dudas, la Casa de la Palabra ofrece confianza y diálogo.
Y siempre te quedará en la memoria el aroma del prado, la caricia de la brisa marina, el color azul verdoso de la línea del horizonte, y un sabor salado en el paladar, que sin duda te llevarán otra vez a Galicia.
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