domingo, 27 de diciembre de 2009

Te doy mi alma desnuda.

Un poema de Juana de Ibarbourou




Te doy mi alma desnuda,

como estatua a la cual ningún cendal escuda.


Desnuda con el puro impudor

de un fruto, de una estrella o una flor;

de todas esas cosas que tienen la infinita

serenidad de Eva antes de ser maldita.


De todas esas cosas,

frutos, astros y rosas,

que no sienten vergüenza del sexo sin celajes

y a quienes nadie osara fabricarles ropajes.


Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena

¡que tuviera una intensa blancura de azucena!


Desnuda, y toda abierta de par en par

¡por el ansia del amar!

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