viernes, 19 de diciembre de 2008

El tren y yo







El tren y yo.
18.12.08

Hace mucho tiempo que deseábamos poder deleitar la mirada en la obra de Rembrandt, ese original holandés que tan importante aportación realizó al mundo del arte, y que es uno de los pintores más personales de toda la historia de la pintura europea. Hasta ahora teníamos que conformarnos con detener nuestra mirada anhelante, en el único cuadro suyo que tiene el Museo del Prado de Madrid, "Artemisa" que en su día fue adquirido por el Marqués de la Ensenada y después, heredado por el Estado. Al parecer la falta de obras suyas se debe a las malas relaciones diplomáticas entre España y Holanda en el siglo XVII, debidas a los constantes conflictos bélicos entre ambos países.
Por eso este fin de semana decidimos coger el tren y acudir, para satisfacer nuestras ansias, al museo madrileño que, gracias al patrocinio del BBVA, expone temporalmente “Rembrandt pintor de historias” con obras que llegan de museos como el Louvre o el de Bellas Artes de la Villa de París, el Rijksmuseum de Ámsterdam, la National Gallery de Londres, el Paul Getty de Los Ángeles, el Hermitage de San Petersburgo o el Metropolitan de Nueva York, entre otros, Y pudimos comprobar, con gran emoción, que su pintura es un constante proceso de búsqueda técnica para representar las emociones de las personas de la manera más incisiva y conmovedora posible. Un auténtico regalo de lujo para los sentidos.
Y por la tarde, según el programa que habíamos preparado, visitamos la exposición de escultura clásica “Entre Dioses y hombres” compuesta por veinte obras del Prado, y cuarenta procedentes del Museo Albertinum de la ciudad alemana de Dresde y que por primera vez han salido de allí, y solo porque está de reformas. Muestra obras maestras del arte griego, ya desaparecidas, y reproducidas por manos romanas. Sin lugar a dudas todas ellas han servido de inspiración a obras pictóricas de cualquier museo europeo. Nos encontrábamos en la sala en la que las mujeres eran protagonista “Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano” cuando noto la vibración del teléfono móvil en mi bolsillo. Me llaman mis compañeras de “El viaje” Ese numeroso grupo de mujeres con las que comparto jornada anual días antes de la Nochebuena, están en la parte más divertida de la reunión y quieren elevar sus copas en un brindis a mi salud desde la Bodega Calatrava, Esta vez no hemos podido conciliar las fechas en las agendas. Escucho sus risas, sus voces, sus cantos, las copas de vino que se encuentran en alegre confrontación y añoro no tener la mía, la que tiene mi nombre grabado, en la mano. Pero la imagino y brindo por ellas y por la Luna que alumbra nuestros sueños. Termina la llamada y me sorprendo ante una escultura extraordinaria “La Ménade de Dresde”
Apenas tiene cuarenta y cinco centímetros y la realizó el escultor Scopas en el año 330 antes de nuestra era. Representa a una divinidad que rendía culto a Dionisio mediante rituales en los que el baile era primordial. Por eso la figura está en movimiento, el cuerpo nos recuerda una espiral, la nuca cae hacia atrás provocando que la cabellera caiga sobre su espalda… Y la ropa, siguiendo la técnica de paños mojados, parece adherida a la piel y evidencia la magnífica silueta de la ménade. Además el escultor supo encontrar los pliegues del alma, por eso resulta conmovedora. Veo en ella la fuerza que aspira a alcanzar el infinito de toda mis compañeras.
Debíamos regresar, y nuevamente lo hicimos en tren que salía de la estación de Atocha. Reconocimos, en el vagón que ocupamos, al Alcalde de Loja y a varios de sus concejales y concejalas. Ya en marcha, entró un numeroso grupo de chicas con unas camiseta en las que se leía: “1ª Parada del Talgo en la ciudad de Loja. 14 de diciembre 08” Repartieron entre el pasaje unas mochilitas con la misma inscripción. En ellas había una botella de agua, varias muestras de aceite de oliva, revistas, y un rosco. Nos dieron información turística y nos invitaron a visitar su riqueza patrimonial. Horas después escuchamos por megafonía: Próxima parada San Francisco de Loja. Casi toda la gente del vagón se puso en pie, se colocaron sus abrigos, recogieron sus pertenencias…. Pero el tren no paró en Loja. Las caras eran un poema, y la del Alcalde no podría ni describirla. Si no estoy allí para ver lo que pasó, me hubiese costado trabajo creerlo. Ya tengo otra historia para mi “Cuaderno de viajes por ferrocarril”