jueves, 6 de agosto de 2009

“Gripe Española” no nos vistamos de miedo.





“Gripe Española” no nos vistamos de miedo.
17 de julio de 2009.

Ahora que en los periódicos, televisiones y radios se habla de la “gripe A”, es un buen momento para recordar la “Gripe española” de 1918. Fue una pandemia de inusitada gravedad, causada por un brote de Influenzavirus A, que mató entre cincuenta y cien millones de personas en todo el mundo en menos de dos años. Se cree que fue la más letal en la historia de la humanidad. Muchas de sus víctimas fueron personas jóvenes, a diferencia de otras epidemias que afectaron a personas ancianas y enfermas. Se inició en Estados Unidos pero los aliados de la I Guerra Mundial la llamaron “española” porque fue en nuestro país, neutral en el conflicto, donde recibió una mayor atención de la prensa, aquí no se aplicó censura a la información sobre la enfermedad, como hicieron otros países por cuestiones de estrategia militar. Guadix no se salvó de los miasmas gripales.
El profesor Javier Beas Torroba me regaló, hace algún tiempo, copias de varios ejemplares del periódico que se editaba en esa fecha en nuestra ciudad “Pedro Lagarto” Su director era Manuel Fernández Morera, aquel relojero que lucía como nadie la capa española y el sombrero, que tenía en su establecimiento de la Plaza un “Parnasillo” en el que se trabajaba, más que en la redacción, trazando artículos e hilando notas y poesías. Era la relojería “centro de noticias, horno donde se cocían reformas y yunque donde se forjaban ideas”.
El 27 de octubre de 1918 sale nuevamente a la luz después de dos años de silencio y en primera plana leemos una Carta Abierta dirigida por la redacción al señor Marín Hervás Diputado a Cortes por Guadix, exigiéndole que tome cartas en el asunto: “La infección gripal ha invadido este pueblo en tal extremo, que la preocupación de los primeros días ha ascendido al rango de alarma y consternación del vecindario. La inmensa mayoría de los atacados mueren en las recidivas ocasionadas por la falta de desinfectantes y alimentación que obligan a muchos de los enfermos pobres a dedicarse al trabajo antes que lo permita su estado de convalecencia” Sigue explicando que el “Gobierno de su majestad en la provincia” era remiso a declarar el estado de epidemia, dudaban de que se cumpliese la promesa hecha al Alcalde de enviar desinfectantes, y que la ciudad precisaba de auxilios económicos para combatir la gripe. El diputado no dio señales de vida.
Le sigue una artículo titulado “El miedo, es un peligro”, un llamamiento a la población para combatir la enfermedad “como a un enemigo que a todo trance hay que desalojar de una trinchera” pide que cada persona luche con los medios a su alcance para no dar lugar al combate cuerpo a cuerpo, porque la experiencia indica que en él suele vencer la gripe. Realiza una lista de las armas disponibles: “tranquilidad de espíritu como defensa natural, y como artificiales, higiene, precaución, rigurosa exactitud a las prescripciones facultativas y exacto cumplimiento a los bandos y ordenes de las autoridades” Haciendo referencia al título del artículo insisten en que nada se consigue con el miedo ya que también es contagioso e impide la acción.
Reunidas las autoridades y personas influyentes de la ciudad en el Palacio Episcopal, acordaron las siguientes medidas: “desinfectar las cuevas y casas invadidas con azufre y agua de cal, formándose brigadas para ese fin, y publicar un bando mandando la más perfecta limpieza de las calles (..) y que los cadáveres sean conducidos por el más breve trayecto y todos tapados”
En el artículo “La higiene de las Cuevas”, dice que son la zona más golpeada, como ya lo había sido con una epidemia anterior de cólera. Proponen que mientras dure la crisis, no se remueva el estiércol, limitándose a echar sobre él fuertes lechadas de cal; cada vecino barrera y regará la parte de calle que corresponda a su fachada, bajo amenaza de sanción por incumplimiento.
A pesar de la gravedad del asunto, el periódico pone varias notas de humor, por ejemplo dice que las bebidas alcohólicas (vino de la Alpujarra, aguardiente, coñac y toda aquella bebida que “alegría y calor da”) se empiezan a llamar “Zotal”, y se sirven buenas dosis para “desinfectarse con su calor”
Aquella gripe se parece a esta, pero en nada se pueden comparar las condiciones de higiene de la ciudad y el sistema de asistencia sanitaria del que dispone, con el de aquel tiempo. Y además, el segundo de a bordo del ministerio de Sanidad es nuestro paisano Pepe Martínez Olmos, así que no nos vistamos de miedo.

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