Hijas de la igualdad, herederas de injusticias.
Enero de 2008
Hoy quiero que conozcas a Elena Simón Rodríguez, a quien le gusta definirse como feminóloga y maestra de feminismo. Nos conocimos en septiembre del año pasado en el “Centro de Formación Feminista Carmen de Burgos” que el Instituto Andaluz de la Mujer posee en la jienense localidad de Baeza. Como participamos en unas jornadas, casi en régimen de internado, tuvimos ocasión de conversar y compartir muchos momentos, incluidos desayunos y almuerzos en el comedor del que en su día fuera un centro de reclusión para “chicas malas” gestionado por religiosas (¡cuanto me acordé de Fortunata y de Mariana Pineda!) y cenas en el claustro del antiguo Convento de San Francisco, que hoy es el Restaurante Vandelvira.
Elena es una mujer brillante y con un excepcional sentido del humor, cercana y agradable de la que aprendí mucho y con la que me reí más.
Es Licenciada en Filología Moderna y Lingüista. Ha sido durante más de la mitad de su vida profesora de Instituto, fundamentalmente como catedrática de francés, labor que ha compaginado durante años con la autoformación y la pertenencia a grupos de trabajo. “Miembra”, porque reivindica el derecho a feminizar el término, fundadora del “Feminario de Alicante”, llamo tu atención sobre este otro “palabro” porque define un espacio de estudio y reflexión propio de mujeres en contraposición de los excluyentes seminarios de formación para varones.
Con un amplio currículo en el campo de la coeducación, desarrolla tareas de formación y divulgación sobre la misma. Pero también trabaja sobre lenguaje no sexista, feminismo y género, dirigidas a públicos muy diversos. Ha escrito más de medio centenar de artículos y ponencias en revistas y publicaciones especializadas y es coautora de ocho libros colectivos.
A finales del siglo pasado publicó un libro que debería ser de texto en cualquier aula en la que se estudie filosofía "Democracia vital: mujeres y hombres hacia la plena ciudadanía" en la editorial Narcea. Elena Simón plantea que las democracias modernas han resuelto de modo inadecuado la ciudadanía de las mujeres y por tanto resultan democracias incompletas, cuando no directamente cínicas. Para superar la situación, Elena plantea el “Pacto sociosexual” o “Triple pacto” que nace y se sustenta en las ideas de compromiso ético y de equivalencia, autonomía y solidaridad. Retoma así la tradición del pacto social para completarla, para despojarla de exclusiones. El primer pacto se refiere a la subjetividad (de cada mujer consigo misma); el segundo es el de la identidad (mediante el que las mujeres nos reconozcamos como tales); y el tercero es el de la solidaridad (en el que reconstituir las relaciones entre mujeres y hombres desde claves de equipolencia y no exclusión).
Y esta navidad acaba de sacar a las librerías un nuevo título “Hijas de la igualdad, herederas de injusticias” En él nos invita a reflexionar sobre el concepto de igualdad, su significado y efectos en las personas nacidas en las décadas de la plena expansión de las vindicaciones feministas, los años setenta y ochenta, a las que llama hijas de la igualdad.
Describe cómo en la vida de estas coexisten muchas formas de desigualdad, injusticia a secas, disimuladas bajo espejismos de igualdad. Cómo se mueven entre los límites de un “suelo pegajoso” y un “techo de cristal”, invisibles ambos tras el velo de un sexismo sutil de cargas familiares y disponibilidad amorosa, que hipotecan sus tiempos y espacios, y de obstáculos y prejuicios sobre su valía, que entorpecen el desarrollo de sus carreras profesionales y laborales. Son, además, población de riesgo para la violencia de género en todas sus manifestaciones.
Elena Simón continuamente pulsa la realidad de mucha mujeres, por eso su propósito principal es abrir los ojos de quienes, sin sospecharlo, están expuestas a caer en las trampas y a pisar las minas ocultas del machismo resistente.
Nos habla de las nuevas caras del sexismo, de la violencia de género contra las mujeres, de la situación específica de las mujeres migrantes y extranjeras, de la aplicación del concepto de igualdad a la democracia, el poder político y los proyectos vitales.
Se hace eco de las voces de mujeres y de alternativas necesarias: saldar la deuda cultural, repensar el amor, erradicar la violencia de género, recalcular la economía, armonizar los proyectos vitales, repartir poderes. Son propuestas incluidas en “Hijas de la igualdad, herederas de injusticias”, con el objetivo de avanzar en la igualdad y dar respuesta a los interrogantes del siglo XXI desde la perspectiva de las mujeres que no nos resignamos a que las cosas sigan igual.
Te recomiendo encarecidamente la lectura de ambos libros.