martes, 6 de enero de 2009

Un latido, un suspiro, una caricia, una estética.









Un latido, un suspiro, una caricia, una estética.
29.12.08

Dijo el pintor Paul Cézanne, padre del arte moderno, que “pintar no es copiar lo objetivo, sino solamente, materializar nuestra pequeña sensación” La literalidad de esta reflexión puedes observarla, hasta finales de enero, en la exposición “Latidos” de Custodio Tejada, que la sala de exposiciones “Diwan”, nos invita a visitar.
Conozco su faceta de hacedor de poemas, porque he recurrido a ellos, buscando la belleza, sensibilidad y ternura que necesito. “Rosa epitafio” de su poemario “Rosas de luz y sombra” me descubrió las armas que utiliza Custodio en la vida: Aquí yace un joven/que escogió por insensato/ la poesía como varita mágica para/cambiar el mundo.
Y aunque no sabía que pintaba, debí imaginarlo cundo leí en “Epitalamio” de su libro “Urna de cristal”: Sólo la mirada y su caricia/ puede devolvernos la inocencia/ que perdimos. Y adivino en él a un hombre del Renacimiento, con múltiples facetas creativas, por lo que encuentro natural que utilice las palabras de Leonardo da Vinci: La pintura es poesía muda; la poesía es pintura ciega.
Con este pensamiento tomo asiento en una de las pequeñas mesas del acogedor café. Paseo mis ojos cansados sobre su original obra. Y pienso que los latidos del alma componen una realidad poliédrica y multiforme, por lo que así han de ser las maneras que permitan encontrarnos con ellos. Sé que las emociones no son fáciles de verbalizar, y que aunque no sepamos como manejarlas, es imprescindible seguir sintiendo. Por eso necesitamos que seres sensibles, como Custodio, que sabe utilizar caminos poco trillados, nos ayuden a reflexionar sobre ellas con sus creaciones.
Mirar sus cuadros es como entrar en una sala llena de música, donde las notas cobran vida, y nos invitan a danzar con el fin de estimular todos nuestros sentidos y hacernos permeables a las emociones.
Sus pinturas al acrílico son inequívocamente geométricas, y revelan un contenido más allá de la esencia pura y formal. Es una lengua de símbolos muy personales, porque no son teosóficos como lo fueron para Mondrián, pero expresan su creencia en un orden cósmico.
Indaga en la verdad de la arquitectura geométrica, formada por estructuras que se nutren de sentimientos, que se originan en la propia mente, en el sitio más insospechado del corazón y en la recóndita sugerencia de la necesidad de vivir. Aspira no tanto a la delimitación de lo formal, como a entender donde empieza y acaba el sentido de la libertad.
Es elegante en su manera de trabajar, potencia una visión de la geometría natural, distendida, sin ataduras, totalmente interior, porque, en el fondo, es como plasmar el autorretrato de su alma. Vemos formas cuadradas, rectangulares… a veces conformadas a partir de huecos que hacen evidente la soledad y el vacío, pero incluso las que parecen zonas muertas, presentan una ventana a la esperanza y abren camino a nuevos planteamientos y oportunidades.
Experimenta en las estructuras del color. Y reconozco algunas influencias del pintor ucraniano Malevitch. Me emborracho con su variedad caleidoscópica, que se transforma en la entrada por la que me introduzco en el laberinto.
Custodio Tejada se nutre de lo complejo, de la posibilidad de establecer una teoría de los sentimientos sustentada en el crecimiento personal. De ahí que su obra sea fresca y directa, pero a la vez, trabajada y persistente, producto de su intención de superar barreras estéticas de la mano de su compromiso emocional.
El fondo espiritual domina en su pintura, como un acompañante fiel pero silencioso, mientras que la importancia de la composición, liderada por el color, es esencia regeneradora, influyendo aquí y allá, inoculando la promesa de una nueva primavera para los sentimientos, a pesar de lo duro del invierno.
Con este universo emocional como telón de fondo, como fundamento que nutre la esencia de lo real, la geometría cobra su verdadera dimensión, que va más allá de la simple pertenencia a una base estructural y se convierte en sentimiento puro, en el latido más intenso del corazón, que unas veces ama, otras sufre, o ríe, y en ocasiones se asusta.
Para mí es verdaderamente impactante el que se puede ver en la zona del piano, en el que dominan las tonalidades fucsia, y en el que toman cuerpo estos versos de Custodio Tejada: Un rayo de luz refractado/en mil colores,/en mil pedazos del arco iris./ Un trozo de luz hecho cuadro./ Un idioma más allá/de la palabra y de la imagen.
Es sin duda una buena manera de preparar el espíritu para afrontar el año nuevo. Te deseo salud y felicidad.