Nada se resiste a la abuela.
27.12.2006.
Llegó la Navidad, es un tiempo, para mí, muy entrañable, disfruto con las reuniones familiares y las tertulias con las amistades que se celebran en estos días. Entre desayunos, comidas, meriendas y cenas, mis caderas y ese delicado lugar en el que la espalda pierde su casto nombre, toman un rumbo propio y provocan más de un desajuste con las cremalleras de mis faldas y pantalones. Pero en fin, es una vez al año y hay que disfrutarlo, todo puede ser que después de las celebraciones tenga que hacer un poco de “ejercicio de cuello”, como dice mi padre. Este ejercicio de baja intensidad y alta eficacia que consiste en mover la cabeza de un lado a otro diciendo que no, cada vez que te inviten a comer algo que te aparte de tu dieta de recuperación. Claro que también hay otras soluciones mucho más divertidas y que ya he compartido contigo en otras ocasiones, te las recuerdo: ¡ríete! La risa dobla la velocidad a la que late el corazón, aumenta el consumo de oxigeno y ejercita los músculos de la zona del tronco. Reírse ayuda a fortalecer los músculos de la cara con lo que pareciera que con una potente plancha de vapor alejamos de ella las arrugas y sobre todo, reír es incompatible con la mala sangre y el mal humor, por lo que seguramente también seremos mejores personas. Otra propuesta es bailar, bailando podemos consumir muchas de nuestras reservas grasas al ritmo de salsa, merengue, tango, pasodoble, sevillanas, rumbas o valses, no saber bailar no es excusa, porque en estos tiempos todo está permitido con la única excepción de no pisar los pies de la pareja, y menos si tiene callos o juanetes. Y otro sistema para quemar calorías es un envolvente abrazo acompañado de un beso apasionado que termine con una intensa y desenfrenada noche de amor entre sábanas de blanco satén, (yo prefiero las de algodón bien planchadas, son menos frías, más dulces, y antideslizantes) lo que te permitirá quemar doscientas cincuenta calorías por hora. Es cosa tuya las horas que quieras practicar… de todas formas recuerda que el ejercicio debe ser moderado, constante y sensato.
Nochebuena, Navidad, Noche Vieja y Año Nuevo, son los días en que las familias nos reunimos, normalmente en casa de la abuela, para que se produzca el reencuentro, los hermanos y las hermanas, los sobrinos, las nietas, los cuñados, las nueras, las tías, los primos, esa larga lista de afectos que aprovechan estos días para desempolvar de sus corazones sus mejores deseos.
La verdad es que quien carga con la peor parte es precisamente la abuela, que lleva ya varios días preocupada, primero por los viajes de la familia para la reunión, y que no descansa hasta que tiene a todo el mundo metido en casa. Después el reparto de cuartos para dormir y a buscar sitio en los armarios, claro que hace algunos años que aprendió a renunciar al orden en estos días. Finalmente le preocupa el régimen de comidas, a la mayor no le gusta el pescado, al yerno no le gusta el pollo, el nieto es alérgico a la leche, etc.etc. etc.
Pero no hay asunto que se le resista, en el fondo lo tiene todo controlado, porque ella es todo conocimiento, porque ella tiene años de experiencia en estas grandes batallas que podrían acabar con cualquier equipo de planificación de una multinacional, pero no con ella, porque ella es la mejor de las generalas que pueda aspirar a tener el mas cualificado ejercito profesional, y enseguida organiza a la tropa y distribuye el trabajo para que no se quede nada sin hacer y todo esté perfecto como siempre.
Yo sé que tú que me lees tienes una abuela o una madre o una suegra o una hermana o una cuñada, que cumple esta función en Navidad, no escatimes una palabra de reconocimiento a su esfuerzo y a su capacidad, ese será el mejor regalo que puedas hacerle.
También es momento de realizar la declaración anual de buenos propósitos para 2007, y creo que sería bueno reflexionar sobre el consumo desenfrenado y acrítico de nuestra sociedad, preguntándonos si realmente comprar cosas es lo que nos hace felices. Podríamos intentar globalizar la generosidad y la solidaridad, y a pesar de los pesares, y de los poderes económicos que son en realidad quienes gobiernan el mundo, aportar nuestro esfuerzo para construir un mundo de ciudadanos y ciudadanas inteligentes, libres e iguales. Nuestra mejor arma es intentar ser felices y contagiar ese placentero estado a quienes nos rodeen. Buena suerte y feliz año.
27.12.2006.
Llegó la Navidad, es un tiempo, para mí, muy entrañable, disfruto con las reuniones familiares y las tertulias con las amistades que se celebran en estos días. Entre desayunos, comidas, meriendas y cenas, mis caderas y ese delicado lugar en el que la espalda pierde su casto nombre, toman un rumbo propio y provocan más de un desajuste con las cremalleras de mis faldas y pantalones. Pero en fin, es una vez al año y hay que disfrutarlo, todo puede ser que después de las celebraciones tenga que hacer un poco de “ejercicio de cuello”, como dice mi padre. Este ejercicio de baja intensidad y alta eficacia que consiste en mover la cabeza de un lado a otro diciendo que no, cada vez que te inviten a comer algo que te aparte de tu dieta de recuperación. Claro que también hay otras soluciones mucho más divertidas y que ya he compartido contigo en otras ocasiones, te las recuerdo: ¡ríete! La risa dobla la velocidad a la que late el corazón, aumenta el consumo de oxigeno y ejercita los músculos de la zona del tronco. Reírse ayuda a fortalecer los músculos de la cara con lo que pareciera que con una potente plancha de vapor alejamos de ella las arrugas y sobre todo, reír es incompatible con la mala sangre y el mal humor, por lo que seguramente también seremos mejores personas. Otra propuesta es bailar, bailando podemos consumir muchas de nuestras reservas grasas al ritmo de salsa, merengue, tango, pasodoble, sevillanas, rumbas o valses, no saber bailar no es excusa, porque en estos tiempos todo está permitido con la única excepción de no pisar los pies de la pareja, y menos si tiene callos o juanetes. Y otro sistema para quemar calorías es un envolvente abrazo acompañado de un beso apasionado que termine con una intensa y desenfrenada noche de amor entre sábanas de blanco satén, (yo prefiero las de algodón bien planchadas, son menos frías, más dulces, y antideslizantes) lo que te permitirá quemar doscientas cincuenta calorías por hora. Es cosa tuya las horas que quieras practicar… de todas formas recuerda que el ejercicio debe ser moderado, constante y sensato.
Nochebuena, Navidad, Noche Vieja y Año Nuevo, son los días en que las familias nos reunimos, normalmente en casa de la abuela, para que se produzca el reencuentro, los hermanos y las hermanas, los sobrinos, las nietas, los cuñados, las nueras, las tías, los primos, esa larga lista de afectos que aprovechan estos días para desempolvar de sus corazones sus mejores deseos.
La verdad es que quien carga con la peor parte es precisamente la abuela, que lleva ya varios días preocupada, primero por los viajes de la familia para la reunión, y que no descansa hasta que tiene a todo el mundo metido en casa. Después el reparto de cuartos para dormir y a buscar sitio en los armarios, claro que hace algunos años que aprendió a renunciar al orden en estos días. Finalmente le preocupa el régimen de comidas, a la mayor no le gusta el pescado, al yerno no le gusta el pollo, el nieto es alérgico a la leche, etc.etc. etc.
Pero no hay asunto que se le resista, en el fondo lo tiene todo controlado, porque ella es todo conocimiento, porque ella tiene años de experiencia en estas grandes batallas que podrían acabar con cualquier equipo de planificación de una multinacional, pero no con ella, porque ella es la mejor de las generalas que pueda aspirar a tener el mas cualificado ejercito profesional, y enseguida organiza a la tropa y distribuye el trabajo para que no se quede nada sin hacer y todo esté perfecto como siempre.
Yo sé que tú que me lees tienes una abuela o una madre o una suegra o una hermana o una cuñada, que cumple esta función en Navidad, no escatimes una palabra de reconocimiento a su esfuerzo y a su capacidad, ese será el mejor regalo que puedas hacerle.
También es momento de realizar la declaración anual de buenos propósitos para 2007, y creo que sería bueno reflexionar sobre el consumo desenfrenado y acrítico de nuestra sociedad, preguntándonos si realmente comprar cosas es lo que nos hace felices. Podríamos intentar globalizar la generosidad y la solidaridad, y a pesar de los pesares, y de los poderes económicos que son en realidad quienes gobiernan el mundo, aportar nuestro esfuerzo para construir un mundo de ciudadanos y ciudadanas inteligentes, libres e iguales. Nuestra mejor arma es intentar ser felices y contagiar ese placentero estado a quienes nos rodeen. Buena suerte y feliz año.