martes, 1 de julio de 2008

Es el toro enamorado de la Luna



Es el toro enamorado de la Luna.
28 de febrero de 2007.

Al ver que durante las fiestas del carnaval se entregaba a los grupos participantes, un torico de Guadix, convenientemente ataviado para la ocasión, recordé que uno de los iconos españoles más importantes cumple cincuenta años. En 1956 las bodegas Osborne encargaron, a la agencia de publicidad Azor, un logotipo que identificara a su brandy Veterano en las carreteras de todo el país. El artista Manuel Prieto fue su creador. No tuvo que ir muy lejos. A veces la inspiración llega cuando participas en alguna manifestación festiva, en este caso, frente al animal ibérico por excelencia, y lo perfiló en una hoja de papel cuadriculado. Recibió el visto bueno y se convirtió en imagen corporativa. De esta manera el toro fue integrándose en nuestro paisaje. Pero superó la función comercial para convertirse en un símbolo. Un caso único en la historia del diseño gráfico porque ha conseguido ser una silueta que, en cualquier parte del mundo, es capaz de evocar a España.
Ha sido testigo del tiempo y del devenir político nacional, novillo con la dictadura se convirtió al llegar la democracia en todo un semental. Lo mismo ondea en las banderas nacionales que acompañan a la selección de fútbol, que decoran las portezuelas de los maleteros de los coches. Y ha sido inspiración de creadores como Dalí, Keith Harina o Javier Mariscal y cineastas como Pedro Almodóvar y Bigas Luna. A mi hijo Fernando le encanta y en mi coche, al que por verde y pequeño llamamos “rana Gustavo” siempre hay uno.
A lo largo de estos años los toros han salido del taller que la familia Tejada tiene en el Puerto de Santa María. El primer ejemplar, de madera, se instaló en el kilómetros 55 de la carretera N-1 en Cabanillas de la Sierra, en noviembre de 1957. Tenía una altura de 4 metros y llevaba pintado en blanco la marca de brandy que publicitaban.
En los años sesenta, la chapa sustituye a la madera y el animal crece hasta los siete metros. El estirón definitivo llega en 1962 cuando las leyes obligaron a situar los carteles publicitarios a 125 metros de las autopistas y autovías. El toro vuelve a los corrales pero para dejarse ver por encima de la tapia crece hasta alcanzar los 14 metros. Cada una de las siluetas, visible a diez kilómetros de distancia, pesa 4.000 kilos y su superficie roza los 150 metros cuadrados. El conjunto, con las cuatro torrecillas de acero que lo soportan y sus zapatas de hormigón, supera las 60 toneladas. Cada pieza se monta como un puzzle, encajando 70 planchas de metal de dos metros por uno. Hacen falta 80 litros de pintura negra para cubrirlo y un millar de tornillos para fijarla a sus anclajes.
En julio de 1988, la ley de carreteras ordenaba la eliminación de cualquier elemento publicitario fuera de los tramos urbanos. Osborne opta entonces por eliminar la rotulación publicitaria para mantener la silueta negra, pero no fue suficiente. En 1994, con la publicación del Reglamento General de Carreteras, el toro vuelve a estar en los rediles. Entonces la sociedad gesta la campaña "Salvemos al toro". Comunidades autónomas y Ayuntamientos propusieron que se mantuviera como "bien cultural" y se manifestaron a favor de la permanencia de las siluetas ofreciendo terrenos para la instalación de los toros fuera de los tramos dictados por el reglamento. El indulto, que se reclamó desde distintos foros y asociaciones en campañas muy activas, fue concedido finalmente en diciembre de 1998. El Tribunal Supremo declaró la inconfundible silueta del toro patrimonio artístico y cultural del paisaje español y de sus gentes:”...debe prevalecer, como causa que justifica su conservación, el interés estético o cultural, que la colectividad ha atribuido a la esfinge del toro...””… porque ha superado su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el paisaje”. Esta sentencia salvó sin duda uno de los elementos más representativos de las carreteras españolas. En este momento, existen más de 90 ejemplares repartidos por toda la geografía. Cantabria y Murcia son las únicas comunidades autónomas que no cuentan en sus carreteras con tan bravo invitado. Cádiz y Alicante son las provincias con mayor número. En Andalucía las veintiuna figuras que existen están catalogadas como Monumento, sumándose así al rico Patrimonio Histórico andaluz.
Y lejos de envejecer, este toro se ha reinventado en símbolo solidario. Y es que, en su imponente silueta negra se renueva y colorea de la mano de gentes famosas en distintos campos, como Antonio Banderas, Sara Baras, Ferrán Adriá, Ágatha Ruiz de la Prada o Victorio y Luchino. Es la imagen de la campaña “Art Bull Charity”, una iniciativa para combatir el hambre infantil en el mundo. El reto era crear una colección única partiendo de un modelo del toro a pequeña escala. Cada uno de ellos y ellas lo ha imaginado de una forma original, y forman parte de una exposición que ha recorrido Estados Unidos, tiene prevista su clausura en estos días en Miami y será entonces cuando se subasten la piezas. ¿Quién se lo iba a decir a este toro enamorado de la Luna?.