Tus pezones como lilas, tu alcancía carmesí.
10 de octubre de 2006.
Ha vuelto a Granda mi trovador favorito, el autor de los versos de este título, ese que se mantiene por meritos propios en el olimpo de los mitos vivientes y de las leyendas intemporales. Tuvimos una cita con él en la sala García Lorca del Palacio de Congresos y Exposiciones. Como siempre nos reunió a miles de sus incondicionales, vi muchas caras conocidas, y no faltaron las gentes de Guadix.
Nació en la Navidad de 1943, en un barrio obrero de Barcelona, de una familia humilde perteneciente al bando de los derrotados en la guerra civil, lo que marcará su personalidad. Recibió de manos de su padre la primera guitarra a los dieciséis años. Es Perito Agrónomo y un verano fue "sexador de pollos". Durante el servicio militar, a comienzos de los sesenta, se interesará por la poesía, y se incorporará en el movimiento "Els Setze Jutges" (Los dieciséis jueces), grupo de artistas que defendía su derecho a cantar en catalán. Grabará sus primeros discos, y con el tercero en el que se encuentra "Paraules d'amor" conseguirá ser número uno en las listas de éxitos españolas, un hecho absolutamente insólito. Grabó en castellano en 1968, y esto le sometió a presiones de algunos sectores catalanistas. Le designaron para representar al país en el festival de Eurovisión, y decidió cantar "La, la, la" en catalán, el escándalo fue de órdago, y a raíz de esto comenzó una campaña brutal de la prensa contra él, llegando a ser vetado en televisión y en radio nacional, donde se prohíbe la difusión de sus canciones. A pesar de esto no se desanima y sigue creando. Cuando ahora se le pregunta en qué idioma prefiere cantar responde que en aquel que esté prohibido. En 1974 se levanta el veto de los medios de comunicación públicos. El siguiente año será complicado, condenará públicamente los últimos fusilamientos del franquismo y se solidarizará con la postura del presidente mejicano, que había roto relaciones diplomáticas con España, se inició así, de nuevo, el acoso institucional, se prohibió la radiodifusión de sus canciones, se retiraron sus discos del mercado, y se dictó orden de busca y captura contra él, y entonces se convirtió en un exilado más, un refugiado político, lo que le obligó a permanecer un año fuera de España. En 1976 tras conceder el Rey Juan Carlos la amnistía, Joan Manuel Serrat llegó a Barcelona procedente de París. El recibimiento fue apoteósico, volvió el abanderado de las libertades y el mito comenzó a tomar cuerpo.
Antonio Gala ha dicho de él,“Su constante posición es la de romper filas. Su misión no es la de prometer falsos paraísos, ni vestir al desnudo, ni consolar al triste: no se arroga misión alguna, es un francotirador contagiando a los otros. Si resulta ejemplar es porque lleva la vida entre los dientes, como un cuchillo y como un beso.”
El viernes hizo un repaso por estos cuarenta años de música y poesía. Allí disfrutamos de un piano; una guitarra; de la maestría de Miralles; del magnífico juego de luces; y de la voz del poeta, que aunque gastada, seguía transmitiendo sentimiento, emoción y dulzura.
No nos cansaremos nunca de escucharle, porque sus canciones han enjugado lágrimas, han curado desengaños, han forjado ideales, han despertado almas, han hecho sonreír labios marchitos, han enamorado ojos adolescentes… A la manera de los trovadores medievales, Serrat es un cronista de nuestros tiempos y de nuestros deseos: amistad, libertad, amor, solidaridad, ternura, rebeldía, compromiso y, por encima de todo, poesía que podemos cantar.
Me lo presentó (en sentido figurado) mi profesor de literatura mientras cursaba bachillerato, en aquella edad de cándida adolescencia, para ello utilizó los poemas musicados de Antonio Machado y Miguel Hernández. Estas y otras obras posteriores fueron importantes para disfrutar, poema a poema, de Joan Salvat-Papasseit, Alberti, León Felipe o Benedetti. Una introspección en el mundo musical y poético del más singular cantautor español del siglo XX, nos permite entender la razón por la que una canción de tres minutos puede ser, también, una obra de arte.
En el improvisado intermedio tuvimos la oportunidad de saludar y conversar con el diputado nacional Javier Torres Vela, que está tan entusiasmado con el nuevo reto de lograr la alcaldía de Granada, como lo estaba, avanzados los años setenta, fundando agrupaciones socialistas en nuestra comarca.
“De vez en cuando la vida nos afina con el pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla”. Si a la mía tuviera que ponerle una banda sonora, sería sin duda toda su obra, porque me ayuda a crecer. Le adoro.
10 de octubre de 2006.
Ha vuelto a Granda mi trovador favorito, el autor de los versos de este título, ese que se mantiene por meritos propios en el olimpo de los mitos vivientes y de las leyendas intemporales. Tuvimos una cita con él en la sala García Lorca del Palacio de Congresos y Exposiciones. Como siempre nos reunió a miles de sus incondicionales, vi muchas caras conocidas, y no faltaron las gentes de Guadix.
Nació en la Navidad de 1943, en un barrio obrero de Barcelona, de una familia humilde perteneciente al bando de los derrotados en la guerra civil, lo que marcará su personalidad. Recibió de manos de su padre la primera guitarra a los dieciséis años. Es Perito Agrónomo y un verano fue "sexador de pollos". Durante el servicio militar, a comienzos de los sesenta, se interesará por la poesía, y se incorporará en el movimiento "Els Setze Jutges" (Los dieciséis jueces), grupo de artistas que defendía su derecho a cantar en catalán. Grabará sus primeros discos, y con el tercero en el que se encuentra "Paraules d'amor" conseguirá ser número uno en las listas de éxitos españolas, un hecho absolutamente insólito. Grabó en castellano en 1968, y esto le sometió a presiones de algunos sectores catalanistas. Le designaron para representar al país en el festival de Eurovisión, y decidió cantar "La, la, la" en catalán, el escándalo fue de órdago, y a raíz de esto comenzó una campaña brutal de la prensa contra él, llegando a ser vetado en televisión y en radio nacional, donde se prohíbe la difusión de sus canciones. A pesar de esto no se desanima y sigue creando. Cuando ahora se le pregunta en qué idioma prefiere cantar responde que en aquel que esté prohibido. En 1974 se levanta el veto de los medios de comunicación públicos. El siguiente año será complicado, condenará públicamente los últimos fusilamientos del franquismo y se solidarizará con la postura del presidente mejicano, que había roto relaciones diplomáticas con España, se inició así, de nuevo, el acoso institucional, se prohibió la radiodifusión de sus canciones, se retiraron sus discos del mercado, y se dictó orden de busca y captura contra él, y entonces se convirtió en un exilado más, un refugiado político, lo que le obligó a permanecer un año fuera de España. En 1976 tras conceder el Rey Juan Carlos la amnistía, Joan Manuel Serrat llegó a Barcelona procedente de París. El recibimiento fue apoteósico, volvió el abanderado de las libertades y el mito comenzó a tomar cuerpo.
Antonio Gala ha dicho de él,“Su constante posición es la de romper filas. Su misión no es la de prometer falsos paraísos, ni vestir al desnudo, ni consolar al triste: no se arroga misión alguna, es un francotirador contagiando a los otros. Si resulta ejemplar es porque lleva la vida entre los dientes, como un cuchillo y como un beso.”
El viernes hizo un repaso por estos cuarenta años de música y poesía. Allí disfrutamos de un piano; una guitarra; de la maestría de Miralles; del magnífico juego de luces; y de la voz del poeta, que aunque gastada, seguía transmitiendo sentimiento, emoción y dulzura.
No nos cansaremos nunca de escucharle, porque sus canciones han enjugado lágrimas, han curado desengaños, han forjado ideales, han despertado almas, han hecho sonreír labios marchitos, han enamorado ojos adolescentes… A la manera de los trovadores medievales, Serrat es un cronista de nuestros tiempos y de nuestros deseos: amistad, libertad, amor, solidaridad, ternura, rebeldía, compromiso y, por encima de todo, poesía que podemos cantar.
Me lo presentó (en sentido figurado) mi profesor de literatura mientras cursaba bachillerato, en aquella edad de cándida adolescencia, para ello utilizó los poemas musicados de Antonio Machado y Miguel Hernández. Estas y otras obras posteriores fueron importantes para disfrutar, poema a poema, de Joan Salvat-Papasseit, Alberti, León Felipe o Benedetti. Una introspección en el mundo musical y poético del más singular cantautor español del siglo XX, nos permite entender la razón por la que una canción de tres minutos puede ser, también, una obra de arte.
En el improvisado intermedio tuvimos la oportunidad de saludar y conversar con el diputado nacional Javier Torres Vela, que está tan entusiasmado con el nuevo reto de lograr la alcaldía de Granada, como lo estaba, avanzados los años setenta, fundando agrupaciones socialistas en nuestra comarca.
“De vez en cuando la vida nos afina con el pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla”. Si a la mía tuviera que ponerle una banda sonora, sería sin duda toda su obra, porque me ayuda a crecer. Le adoro.