viernes, 4 de julio de 2008

Perdió la reputación y nunca la echó de menos.







Perdió la reputación y nunca la echó de menos.
20 de junio de 2005.

De vez en cuando me gusta invitar, a esta cita semanal contigo, a alguna mujer que con su trabajo y su actitud ante la vida, pueda servirnos como referente. Intento al mismo tiempo mantenerlas vivas en la memoria de generaciones que no las conocieron. Es el caso de la señora que nació el 17 de agosto de 1893 en el popular barrio de Brooklyn en Nueva York. Hija de un boxeador irlandés y de una modelo alemana, pronto encaminó sus pasos hacia el mundo del espectáculo.
“Pudo ser una vampiresa del montón, solo que más espectacular y con un salero especial para convertir la celulitis en material erótico de primer orden, ya que su físico siempre estuvo más cerca de las orondas matronas de Rubens que de las estilizadas vampiresas del cine de los años veinte. Llegó para transgredir todos los valores establecidos y para reírse de sus propios muertos” así la definió Terenci Moix.
Era muy inteligente, y puso de moda un modelo de mujer que superaba los arquetipos vigentes hasta el momento. La mujer-cerebro fue su alternativa a la mujer-objeto y la mujer-fatal que se presentaba en la gran pantalla como ideal. Lo tenía claro:”La virtud tiene recompensa, pero no se vende bien en las taquillas” por eso “cuando soy buena soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mucho mejor”. Insolente, lenguaraz, sexy y provocativa, utilizó la palabra de forma poco usual, y a pesar de no ser oficio de mujeres, se hizo guionista. En sus textos aparecen frases que son del dominio público. Como ejemplo:“Las mujeres con un pasado interesan a los hombres porque éstos confían en que la historia siempre se repita…” o esta otra “El sexo y yo tenemos mucho en común. No quiero presumir de haberlo inventado, pero sí puedo asegurar que lo he redescubierto”, o “el hombre que no me gusta no existe” y “¿Llevas una pistola en tu pantalón o es que te alegras de verme?
Escribió y participó en la obra "Sex" y el escándalo que originó en Broadway le proporcionó la fama, y la llevó a la cárcel. En años sucesivos produjo “The Drag” un espectáculo de homosexuales. Y “Diamond Lil” donde se moría por los diamantes y los hombres y ponía de manifiesto la diferencia de lo divino y lo humano: ¡Dios que diamantes más encantadores!, ella responde, ¡Nena, Dios no ha tenido nada que ver con ellos!
Era el símbolo andante de la procacidad. Iba por el mundo presumiendo de curvas y descaro de tal manera que durante la Segunda Guerra Mundial se puso su nombre a un salvavidas hinchable que recordaban sus enormes pechos. Cuando aterrizó en Hollywood, ya tenía cuarenta años, y dejó estupefactos a los periodistas con una declaración de principios demoledora;”No soy chica de pueblo que viene a abrirse camino en la gran ciudad. Soy chica de gran ciudad que viene a abrirse camino en un pueblo”.
Sólo realizó doce películas. De "No soy un ángel" dijo:“Escribí yo misma esta historia. Era de una chica que perdió su reputación y nunca la echó de menos”. Su éxito arrollador la convirtió en una de las actrices más taquilleras del momento y su fuerza interpretativa le permitió consagrarse como actriz. La transición del cine mudo al sonoro fue un desafío que aceptó y ganó, imponiendo un personaje de rubia y desenfadada sensualidad, lleno de humor, que la encumbró como el símbolo sexual de su época.
Los ataques de la prensa, las iras de la “Legión católica de la Decencia”, los roces con el código Hays (censura que pervivió hasta los años 70) y las envidias de algunas de sus colegas hicieron que la carga políticamente incorrecta de sus películas se fuese transformando en uso de hábiles dobles sentidos en el dialogo, entre los que se movía como pez en el agua, aunque finalmente lograron que en 1938 abandonara el cine, al que volvió sólo esporádicamente. A pesar de esto decía:”Creo en la censura, después de todo, me ha hecho rica”.
Fue una actriz adelantada a su tiempo que supo ser estrella. “Los Beatles” la homenajearon colocando su fotografía en la composición que ilustraba la portada del disco “Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band”, aunque ella, en principio, se negó porque no quería formar parte de una banda de corazones solitarios.
El tiempo nos pone a todos en nuestro lugar, cuando los censores y sus códigos morales han muerto, han sido enterrados y olvidados, Mae West sigue viva y provocando.