Bienestar insuficiente, democracia incompleta.
4 de julio de 2006.
Hay conceptos de los que oímos hablar y que no siempre están claros, uno es el Estado del Bienestar. Siendo consciente del limitado espacio del que dispongo intentaré compartir contigo lo que pienso.
El Estado de Bienestar tiene una sencilla definición: es la intervención del Estado encaminada explícitamente a mejorar el bienestar de la población e incluye primordialmente (aunque no exclusivamente) cuatro tipos de intervenciones que trataré de exponer de forma sencilla.
La primera son las transferencias sociales, las pensiones son su capitulo más importante, consisten en las transferencias de fondos públicos de un grupo social a otro, quienes actúan son los trabajadores y trabajadoras y las empresas, que cotizan para beneficiar a las personas jubiladas, ya que en nuestro sistema de seguridad social las pensiones se financian sobretodo a través de cotizaciones sociales. Sin las pensiones, el 68% de las personas mayores del país serían pobres, por lo que constituyen el programa antipobreza más importante en España.
La segunda son los servicios públicos: sanidad, educación, servicios sociales (escuelas infantiles, servicios de ayuda a domicilio, residencias de ancianos, centros de día…), la vivienda social y otros que proveen servicios a las personas y que tienen una enorme importancia en configurar la calidad de vida de la ciudadanía.
La tercera son las intervenciones normativas, en las que el Estado no financia ni provee servicios, sino que establece normas que deben seguirse para proteger a las personas que trabajan, que consumen y que residen en el territorio. Son las políticas públicas de tipo ocupacional y ambiental así como de defensa de consumidores. Para que tal función tenga impacto en el bienestar de la ciudadanía, la responsabilidad normativa debe acompañarse con una responsabilidad sancionadora que penalice las violaciones de tales normas, una faceta del Estado de bienestar muy poco desarrollada.
Finalmente tengo que referirme a las intervenciones públicas, encaminadas a producir buenos puestos de trabajo, estableciendo las condiciones favorables para que el sector privado las produzca y cuando tal sector no cree suficientes buenos puestos de trabajo, estimule y facilite la producción de puestos de trabajo en el sector público, algo que también está pendiente y de lo que dan fe las cifras. En España solo seis de cada cien personas trabajan en servicios públicos, frente al doce de promedio en Europa y el veinte en Suecia. La mayor carencia es la escasa incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, si las españolas lo hiciésemos como las suecas, habría seis millones más de empleos, con las consiguientes cotizaciones a la seguridad social y a la hacienda pública.
Estos cuatro tipos de intervenciones son las que la población valora más, al decir de las encuestas. Las escuelas; las pensiones y servicios de atención a personas mayores y a las discapacitadas; el trabajo y la vivienda de los jóvenes; la salud y sanidad de todos los miembros de la familia, son los temas centrales en la vida cotidiana de la gran mayoría. Por más que los poderes mediáticos y económicos pretendan desviar nuestra atención, nos importa lo que nos importa, en esa tozudez del pueblo es posible que se encuentre nuestra salvación.
Nuestro gasto público en protección social no alcanza el veinte por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), siete puntos menos que el promedio europeo y once menos que Suecia. Y posiblemente tenga algo que ver el que la cuarta parte de la población con rentas de capital más altas, no contribuya a las arcas del estado como les correspondería, constituyendo una importante bolsa de fraude fiscal que como es lógico nos perjudica a la mayoría.
Estas consideraciones se las he escuchado en “La XI Escuela de Verano de Bienestar” celebrada la semana pasada en Almuñecar al eminente profesor Vicens Navarro, que es asesor de las Naciones Unidas, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona, profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra, y un gran comunicador. Te recomiendo su libro “Bienestar insuficiente, democracia incompleta”.
Una última reflexión, los antecedentes del Estado de Bienestar se plasmaron en la II República: escuela pública, seguridad social, reforma agraria, reforma del ejercito, derechos de las mujeres… Se opusieron ferozmente la Banca, la Iglesia, los terratenientes y los sectores más reaccionarios del ejercito. Este verano con los actos programados por el Ayuntamiento de Guadix podrás acercarte a ella con una nueva perspectiva que nunca ha estado en los libros de historia, porque ya sabes que los escriben quienes ganan, y la República fue derribada por golpistas con el apoyo de nazis alemanes y fascistas italianos, que privaron a los perdedores del uso de la palabra y de la pluma.