domingo, 14 de septiembre de 2008

Cascamorras, el Rey Sagrado.


Todas las fotos son de Tati.

Cascamorras, el Rey Sagrado.
10.9.08.

Esta semana el protagonista indiscutible ha sido Cascamorras. El martes, concentración, cohetes, carreras, almagra, sudores, agua… Carreras, azulete, calores, sabores, abrazos, más agua… Risas, guiños, carreras, saludos, manchas, más y más agua…
El miércoles comenzaba su andadura un programa en la televisión local, al que han dado el nombre de “Cantarera”, se emite a las nueve de la noche, tiene el formato de tertulia- debate y lo dirige y modera Pepe Jiménez. Cascamorras era el tema que convocó al hombre que más años lo ha representado Samaniego (Sama); al Presidente de la Hermandad de la Virgen de la Piedad en Guadix, Juan López Lechuga; al escritor Antonio Enrique y a mí.
Si lo has visto te sonará lo que voy a contar, si no lo has hecho, tendrás la oportunidad de mirar la fiesta desde otras perspectivas.
Fue Antonio Enrique, que reconoció haberse integrado en la carrera por primera vez en su vida este año, quien aportó una visión que ha despertado mi curiosidad.
Nos contó que el origen de la fiesta tendríamos que buscarlo en el momento en el que la humanidad protagoniza la “revolución agrícola”, así que remóntate doce mil años en la historia. Hasta ese momento nuestros ancestros habían sobrevivido a fuerza de recoger frutos, semillas, raíces, hierbas, setas; de lo que pescaban y de la caza. Pero aquellas tribus nómadas deciden establecerse de forma permanente en un territorio, y se inventaron la forma de sacar partido a la tierra cultivándola. Quienes habían sido depredadores de la tierra se convierten en productores y esto cambia sustancialmente su futuro y el de generaciones venideras. Se acabó el esperar los regalos de la generosa naturaleza, ahora había que trabajar y planificar, además debían coger el paso que marcaba el ritmo de la tierra. ¿Cuándo labrar, sembrar y recolectar? En este proceso de buscar respuestas, las mujeres tuvieron un papel de vital importancia, porque siempre habían sido las recolectoras y habían estado muy cerca de los tiempos de la Madre Tierra. Aparecería en ese momento el matriarcado que trajo consigo una valoración en positivo de todo lo que es femenino, de sus conocimientos y sus habilidades.
Unos y otras aprendieron a mirar al cielo y se dieron cuenta de que hay una estrella muy especial en la constelación de Virgo. Comprobaron que desaparecía en el horizonte del cielo nocturno el quince de agosto, lo que coincide con el agostamiento de la vegetación, y el día que se presenta en sociedad al Cascamorras. Ese era el tiempo de recoger las espigas de trigo, por lo que llamaron a la estrella “Spica” Vieron que reaparecía en el oscuro manto celeste el ocho de septiembre, coincidiendo con el momento de la sementera, y con la carrera del Cascamorras. La mente primitiva asoció el ciclo agrícola, del que dependía la fecundidad de las cosechas, con el de la estrella que mágicamente regía la alternancia estacional que hace crecer el cereal.
La fuerza productiva de la tierra, y la capacidad reproductora de las mujeres, sujetas a los ritmos de la Luna y las estrellas, tomaba cuerpo en la imagen de la Diosa Madre. Cada pueblo, se encomendó a su diosa, y el nuestro lo hizo venerando a Isis, representante de Spica, la dispensadora de fecundidad.
La tierra, las mujeres y la Diosa debían ser fecundadas, y así aparece un nuevo personaje, el Rey Sagrado que, siguiendo esta línea argumental, sería Cascamorras. Un personaje que se hace presente cada año en la ciudad en el tiempo de sembrar, pero que hecho su trabajo debe morir. Y el ritual de sacrificio se realiza con el baño, con el agua, de la misma forma que se muere al pecado cuando una persona es bautizada. En el siglo XIII aparece la Virgen de la Piedad, para suplantar a la Diosa, pero en nuestra comunidad, los papeles asignados son los mismos, solamente se les cambia el nombre.
Aunque las ideas han sido tejidas por Antonio Enrique, el fenómeno ha sido estudiado por el erudito de historia antigua Robert Graves en “El vellocino de oro”, “Los mitos griegos” y “La Diosa Blanca”.