viernes, 18 de abril de 2008

¡Capitan, mande firmes!










¡Capitán, mande firmes!
14. 4. 2008

La semana pasada fue una de esas que, por su intensidad de trabajo, parecen dos. Era el final de un camino que se inició el verano pasado cuando la Universidad de Granada me invitó a formar parte del comité científico de un congreso nacional. Ha sido un proceso complejo, pero cuando finalmente se abrieron las puertas del Palacio de Congresos al VII Congreso Estatal de Escuelas Universitarias de Trabajo Social, al amparo de las reflexiones de “Una Europa Social y Plural” sabíamos que nos encontrábamos en el tramo final de una carrera que siempre te deja el cerebro y el cuerpo para pocas fiestas. Y si, como era mi caso, los temas de fondo tienen que ver con los nuevos problemas sociales(o no tan nuevos), que son retos para el Trabajo Social, como la exclusión, la pobreza, la desigualdad, las discriminaciones, los racismos, las violencias, las personas dependientes y quienes les cuidan, profundizado en las formas de análisis e intervención, pareciera que me hubiese atropellado un camión.
Sin embargo participar en los debates planteados en la sociedad sobre el Estado del Bienestar; sobre la cuestión de la ciudadanía en la era de la globalización; sobre el balance actual de la política social en España; sobre los retos de los servicios sociales y del bienestar en el debate de lo público, lo privado y el tercer sector… enriquecen mi visión del mundo en el que vivo y trabajo, y me anclan a la realidad sin privarme del horizonte de la esperanza.
Por ello aún estando molida, soy mucho más rica en ideas y proyectos, y sobre todo en la red de personas sabías de las que siempre aprendo, de las que recibo aliento, que me impulsan con ilusión en el deseo de ayudar a construir un mundo más justo y más feliz.
Reponiéndome de ese esfuerzo último, me refugio en la cueva donde no hay ruido que interrumpa mi reparador sueño. Y disfruto tumbada al sol viendo asomar las diminutas hojas de las parras, y los generosos ramos de lilas que prometen aromas delicados. Y viendo al gato que nos adoptó hacerme la competencia en ese perezoso discurrir del fin de semana.
Fernando que sabe, que para mí, un día de descanso es suficiente, me ofrece los periódicos dominicales, se queda El País y me toca ABC.
Suelo leer periódicos que confrontan con mis ideas, unas veces para afirmarme en lo que pienso, otras para obligarme a entender los razonamientos de quienes piensan diferente, y siempre para no perder la perspectiva sabiendo que el mundo en que vivimos es poliédrico y multicolor.
La noticia del día es el nuevo gobierno de Zapatero. El primer gobierno de España en el que hay más mujeres que hombres. Un gobierno para la igualdad y para el futuro. Y con las críticas propias de un periódico conservador llego a un articulo de opinión que se anuncia como “El batallón de modistillas de ZP” Entonces el estómago se me hace pleamar viva.
En realidad, me alegro de que a algunos chicos, que se creen tan guapos, tan listos y que valen para ministros, se les haga difícil de tragar tanta mujer bien preparada y con ambición política y personal. Por ejemplo Carme Chacón, Ministra de Defensa, esa Licenciada en Derecho, que tiene 37 años, es catalana y está embarazada. Por primera vez en la historia de España, una mujer pasa revista a la tropa y con voz segura ordena ”Capitán, mande firmes” y después de escucharla en toque de corneta, manda a los hombres y mujeres, que visten el uniforme de los ejércitos españoles, decir con ella “Viva España, viva el Rey”. Acto seguido y acompañada por el, hasta ese momento, ministro de Defensa José Antonio Alonso, desfila, pasa revista y saluda a la bandera. Me gusta verla joven, con su melena al viento, con sus cómodos zapatos de medio tacón, sus pantalones y su enorme barriga de ocho meses que promete vida, tomando posesión de uno de los espacios más típicamente masculinos de nuestro país. Sin lugar a dudas esto ha sido posible gracias a que Zapatero apuesta, total y radicalmente, por acabar con el machismo dominante en esta nuestra tierra y en todas sus instituciones (lamentablemente la iglesia católica es territorio comanche). Las mujeres solas no podemos ganar la guerra, es imprescindible la colaboración necesaria de todos los hombres que saben y creen que un mundo compartido con las mujeres, será mejor y más habitable.