miércoles, 4 de junio de 2008

Desde su piel que es la mía



Desde su piel que es la mía
27. Julio. 2002

Hoy vamos a dar un paseo por todo lo largo y ancho de este mundo, repasando las múltiples formas de violencia contra las mujeres que se han inventado quienes ejercen el poder para torturar.
Empecemos por los países en los que se aplica la ley islámica que condena a las mujeres sospechosas de adulterio a la muerte por lapidación. Es escalofriante ver como se cava un agujero en el que se enterrará a la víctima hasta la cintura. El resto del cuerpo se le cubrirá con una sábana blanca, y se le atarán las manos a la espalda. Alrededor de esta semitumba, se encuentran muchos montones de pedruscos, que se lanzarán contra ella hasta que la sábana se empape de sangre purificadora.
Otra historia, esta vez en Bangladesh, un país de Asia que se encuentra entre la India y Birmania. Allí los hombres tienen la fea costumbre de verter ácido sobre las caras y los cuerpos de las mujeres, si tienen con ellas algún tipo de disputas. El ácido actúa con gran rapidez deshaciendo completamente la piel, la carne e incluso los nervios. Bellísimas jóvenes se han convertido en cuestión de segundos en seres deformes por culpa de la sin razón de unos monstruos sin alma, a los que las autoridades no castigan, a pesar de ser una actividad delictiva según las leyes de este país.
Otra historia, ahora viajamos hasta Somalia que se encuentra en lo que conocemos como el cuerno de África. Allí la tradición religiosa puso en marcha un curioso ritual para asegurar la pureza de las mujeres. Cuando aun son niñas de siete años se las lleva a un lugar inmundo en el que una mujer con una cuchilla de afeitar se convierte en su peor pesadilla. Se las tiende en el suelo, se las sujeta igual que a un cerdo cuando se le va a sacrificar y se la mutila genitalmente. Le cortan sin ningún tipo de garantía sanitaria el clítoris, ese pequeño órgano que la madre naturaleza nos regaló para que solas o en compañía de otros podamos disfrutar de nuestro cuerpo y de nuestro sexo.
Otra historia, nos vamos a los Estados Unidos de Norteamérica. Cada cinco minutos una mujer es violada. Este país que se las da de ser el más desarrollado, el guardián de los derechos humanos en el mundo, ve impasible como sus mujeres sufren la violencia sexual, se las priva de su derecho de ciudadanas a la libre circulación por las calles, a disfrutar de la inviolabilidad de sus domicilios... Y encima tienen que escuchar cosas como que una mujer que se defiende no puede ser agredida sexualmente cuando todos y todas sabemos que el miedo que producen el dolor y la amenaza unidos, anula cualquier posibilidad de resistencia.
Otra historia, ahora nos quedamos en Europa, aquí no se ha encontrado solución a la muerte de mujeres producida por sus maridos, novios, o amantes, que tremenda paradoja llamar amante a quien en vez de hacerte el amor te manda a la tumba. El año pasado solo en España hubo cuarenta y dos víctimas. Y mientras que se buscan soluciones a un problema como el terrorismo, no se hace apenas nada para cortar este que entierra muchas más víctimas que aquel.
Quiero pedirte solidaridad con todas las mujeres que sufren violencia en sus cuerpos y en sus mentes, apoya cuantas causas puedas y recuerda siempre que nadie tiene derecho a maltratar sea cual sea la excusa que ponga para ello.
Para terminar compartamos un poema de Gioconda Belli:
“Amo a las mujeres desde su piel que es la mía.
A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas.
A la que lucha enardecida en las montañas.
A la que trabaja, mal pagada, en la ciudad.
A la que gorda y contenta canta mientras prepara la comida.
A la que camina con el peso de un ser en su vientre enorme y fecundo.
A todas amo y me felicito por ser de su especie.”