miércoles, 4 de junio de 2008

Mañana estaremos en su lugar



Mañana estaremos en su lugar
16.Septiembre.2002

La cruda realidad del Alzheimer hace que nos enfrentemos a una enfermedad degenerativa de las neuronas, de carácter progresivo y para la que aun no hay tratamiento eficaz que la cure. Una de sus terribles consecuencias es que la persona afectada olvida cada día algo de lo que sabía.
Para poder ayudarlas es preciso disponer de información que ya no nos pueden proporcionar y esta es una de mis principales preocupaciones en este momento: ¿conocemos a quienes tenemos más cerca?, ¿sabemos lo que le gusta y lo que le disgusta a nuestro padre, nuestra madre, nuestro marido, nuestra esposa, nuestros hijos e hijas?.
Haz la prueba y escribe en un folio los datos personales que aparecen en el carné de identidad de tu madre, por poner un ejemplo. Es probable que sepas el lugar y la fecha de su nacimiento, el nombre de sus padres, su dirección, los estudios y el trabajo que ha tenido e incluso el nombre y las edades de sus hermanos y hermanas.
Ahora escribe que olores son los que le resultan más agradables en la cocina, en el baño, en la calle, o en su cuerpo. Coloca a continuación aquellos que son insoportables para su olfato.
Cierra ese apartado y abre el de los sabores. ¿Cuál es el alimento que hace su boca agua?, ¿se muere por un bocadillo de jamón con tomate o prefiere un rico plato de lentejas?.
Escribamos sobre su tacto, ¿sabemos si le gusta sentir sobre su piel el tejido de algodón, o prefiere la lana, quizá es una fanática de la seda...?, puede que le guste tocar las frutas y las verduras, o la tapicería de su sofá, o el velo de encaje que heredó de su abuela....¿ y que es lo que detesta tocar?.
Ahora veamos como estamos de oído. Quizá nos encontremos con una melómana ¿sabemos que tipo de música le gusta?. Es muy posible que se estremezca con una determinada orquesta o un determinado autor. Aunque puede que prefiera la copla o la música popular, es probable que una determinada canción la relaje o que la ponga de mal humor, ¿sabemos de cuales se trata?. Otra opción es que sus sonidos favoritos provengan del entorno: el agua que corre en la fuente de la plaza, la brisa que mueve las hojas de los árboles que rodean su casa, el trino de los pájaros que la despiertan cada mañana, las risas de los niños y niñas que entran en el colegio de enfrente....
Y qué sabemos de lo que le gusta ver, una película en el cine, el informativo en la televisión, los escaparates mientras pasea, la gente caminar sentada en la acera del parque, una puesta de sol, las fotografías de la última revista de cotilleo...
¿Sabemos algo de su infancia?, es probable que alguna vez nos contara quienes eran sus amigas, que era lo que les gustaba hacer, a que jugaban...
Si quienes tienen que ayudar a una persona sin memoria disponen de estos datos lo harán con efectividad porque hemos visto como una mujer que no quería andar se levantaba de la silla para bailar el bolero que se convirtió en la melodía del amor y la complicidad con su marido. Un caballero que no quería comer empezó a hacerlo al olor de la canela. Una dulce anciana solo conseguía articular frases completas cuando cantaba una canción de Luis Mariano, y otra cuando se le daba la entrada de una canción muy popular en su parroquia, algo así “como brotes de olivo, en torno a tu mesa...”
En cualquier caso y siendo consciente de que no hay nada nuevo bajo el sol, creo que es muy conveniente que intentemos conocer todas las cosas viejas que nos han pasado desapercibidas y que son tan importantes para aquellos a quienes amamos. Mañana estaremos en su lugar y también seremos unos desconocidos.