martes, 10 de junio de 2008

Regalo abrazos


Regalo abrazos
1 de abril de 2007.

En el año 2001 se creó un movimiento llamado “Free Hugs”, que ha causado furor en el mundo y que en España se ha materializado en “Abrazos gratis”. El responsable de la globalización de este movimiento fue un video colgado en “Youtube”, y tal ha sido su fortuna que la idea la ha hecho suya una compañía de telefonía para convertirla en el tema central de su campaña publicitaria.
El abrazo es una forma de comunicación sensorial de las más potentes y poderosa que existe, es una forma de expresarnos cuando no tenemos palabras. Abandonarse por un instante en los brazos de otra persona, sentir la calidez de otro ser, percibir los latidos del corazón, intercambiar energía emocional en el contacto, es tan gratificante que resulta difícil resistirse a la experiencia. El abrazo esta dotado de una serie de poderes especiales que le permiten deshacer la soledad y derrotar el miedo. Y además posee valores que lo hacen atractivo para las personas más exigentes, porque es democrático, ya que toda persona es candidata para un abrazo; se adapta a la economía de mercado del mundo globalizado, porque con escasos costos produce altos beneficios; y es ecológico porque utiliza energías renovables que no lastiman al medio ambiente.
Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos, y doce para crecer. Pero anda por el orbe mundial gente tan extraña que, ante el temor a experimentar sensaciones satisfactorias que pudieran generarle dependencia, se niegan a dar y recibir esa recompensa emocional. Si a esto unimos que cada vez estamos más aislados, aunque las comunicaciones con teléfonos móviles y conversaciones por ordenador nos den la falsa impresión de estar en permanente contacto con otros seres, comprobamos que el cuerpo a cuerpo empieza a convertirse en artículo de lujo. Además en nuestro mundo occidental los hombres lo tienen más crudo porque por cada uno de ellos que toca a otro hay cinco mujeres que tocan a otra, lo que quiere decir que nosotras nos permitimos expresar la necesidad de contacto, y lo damos y pedimos cuando lo precisamos.
Para compensar esta carencia mantenemos unos escenarios sociales autorizados que cada día disponen de más adeptos y adeptas: los salones de baile y las discotecas. Ya los conocían las generaciones que nos precedieron, y que encontraron en las verbenas populares o los bailes del liceo, el espacio en el que propiciar el acercamiento.
Los bailes tienen sus normas. Para acceder a una mujer (antes) o a un hombre (ahora), solo hace falta que la música suene, y pedir el consentimiento a quien despierta nuestro interés. No es preciso presentaciones previas, ni siquiera es necesario conocerse, y si hay acuerdo el contacto físico está socialmente permitido. Mediando la música las distancias corporales que imponen la normas sociales que respetamos, sin que nadie nos obligue a hacerlo, se traspasan. Fíjate cuando estés en la cola del banco como entre unos y otros siempre hay un espacio, y si alguien se aproxima más de lo que estimamos conveniente, retrocedemos para mantenerlas. Lo mismo ocurre cuando esperamos para subir al autobús o cuando estamos en la barra de un bar, las distancias demasiado cortas invaden nuestra intimidad y, para marcar el territorio inviolable, utilizamos gestos tan evidentes como cruzar los brazos sobre el pecho, colocar una pierna delante de la otra, o girar completamente la cabeza, si la invasión es total podemos llegar a darnos la vuelta para ofrecer la espalda como reivindicación de nuestro espacio vital. Ahora proliferan los establecimientos en los que se imparten clases de baile, que son la excusa perfecta para conocer gente, para adquirir una cierta técnica, y para propiciar el contacto físico que nos es tan necesario como respirar. Si a las sensaciones que provocan los abrazos, le unimos un leve balanceo al ritmo de la música de fondo, el placer que se experimenta es inmediato y además provoca una maravillosa sensación de plenitud y libertad.
Hoy me encuentro rumbosa así que voy a darte una formula secreta para que te sientas bien. Invita a tu pareja a dar un paseo por el parque Pedro Antonio de Alarcón, o el de Sustari, o el Vivero, aprovechando la maravillosa Luna llena de abril; entra en contacto con las energías telúrica y cósmica, te permitirán recuperar el equilibrio interior; cuando escuches el rumor de la brisa, libérate de prejuicios y regala un intenso abrazo a tu pareja, que sea largo sincero, cálido, íntimo... Comprobarás que hay pocos momentos que sean tan placenteros y beneficiosos para tu cuerpo y para tu alma.