domingo, 8 de junio de 2008

Ellas y el sexo.







Ellas y el sexo
12.5.2002.


El sábado estuvimos en el cine viendo la película de Julio Medem, “Lucía y el sexo”. Cuando una historia, contada en imágenes, pone en funcionamiento mi cerebro de forma acelerada, haciéndome pensar y rebuscar cuanta información tengo almacenada en él sobre un determinado tema, puedo decir que la película me ha resultado apasionante. Me quedé enganchada en ella en el instante en que Lucía, una joven morena de piel y de cabello, con unos inmensos y profundos ojos oscuros, se dirige a un escritor para decirle que ha leído su último libro y que lo tiene el corazón. Acto seguido le suelta que está enamorada y que se quiere ir a vivir con él. El muchacho, totalmente alucinado, le pregunta si quiere algo más, y ella responde que le gustaría que con el tiempo y la convivencia, llegase a amarla. Lorenzo acepta la proposición.
Yo no conozco ninguna historia real que tenga un inicio como este. No es habitual que sean las mujeres quienes tomen la iniciativa en una relación de pareja. Algo que como es lógico tendremos que cambiar para que no sean siempre los hombres los que asuman el riesgo de una negativa.
Además abrí las carpeta de recuerdos en la que figura la leyenda “Ellas y el sexo”. Desempolvé viejas historias contadas por mujeres mayores. Aquellas que recibieron educación sexual en confesionarios y púlpitos. Para estas señoras hay dos frases que les erizan el vello del cuerpo, a saber: uso de matrimonio y débito conyugal. Las traducían de una forma sencilla y terrorífica, era tener sexo con ganas o sin ellas. Si al hogar llegaba el señor con gana de fiesta, no había música, ni baile, ni una cena romántica, ni besos, ni caricias, ni ... solo un venga, ponte, no te muevas, muévete ... y ya. Ellas me han dicho que un día tras otro, un hijo tras otro, el amor se volvía aborrecimiento. Cuando intentaban hablar con ellos para buscar alguna solución que a ellas también las dejase satisfechas, las miraban con la cara de quien ha visto pasar al diablo, y la pregunta era obligada ¿es que te has vuelto una cualquiera?.
Estaba más que claro que del sexo solo podían disfrutar los varones y las prostitutas. Así que más de una empezó a tener constantes dolores de cabeza, o de lumbago, algunas incluso inventaron enfermedades contagiosas para alejar a sus legítimos de su lecho. Es cierto que ellas decían de sus hombres que eran buenos y trabajadores pero lo echaban a perder todo cuando se ponían burros.
Afortunadamente las cosas han cambiado, aunque hablar de sexo todavía es una asignatura pendiente en el seno de muchas familias. Pero en la mayoría ya se ha asumido que los anticonceptivos permiten disfrutar del sexo sin miedo a los embarazos. Esta es una importante batalla ganada por varias generaciones de mujeres, que sin dejar de ser católicas han colocado el índice de natalidad en España entre los más bajos del mundo.
Las jóvenes de hoy ya saben decir que no, y cuando dicen no, es que no. Y simultáneamente han aprendido a conocer sus cuerpos, saben que cosas son las que les producen placer y también la forma de obtenerlo. Han enseñado a sus chicos a proporcionárselo y juntos disfrutan más.
Y dicho esto quiero dejar constancia de que somos muchas las que pensamos que el amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien.