jueves, 29 de mayo de 2008

Dos personas descreídas y un collar para rezar



























Dos personas descreídas y un collar para rezar.

2 de noviembre de 2005.
Una plataforma autodenominada “En defensa de la Asignatura de Religión de Guadix-Baza-Huéscar” invita a la ciudadanía de las tres localidades a movilizarse para evitar que se apruebe la Ley Orgánica de Educación que se discutirá en el Parlamento en el mes de diciembre. Propone varias medidas para conseguir el objetivo: Informarse, difundir y conocer el contenido de la LOE; expresar en los medios de comunicación sus opiniones; y asistir a la manifestación del sábado día 12 en Madrid.
Me parece fenomenal que la gente se movilice para conseguir las cosas en las que cree. En una sociedad democrática es imprescindible que las posiciones ideológicas se contrasten y se discutan. No es fácil el intercambio de ideas si estas no se debaten, y para ello, se exige la elaboración de argumentos y su defensa. Por eso me parece tan interesante este llamamiento a un intenso trabajo intelectual, del que tan faltos estamos.
Personalmente creo que la enseñanza de la doctrina religiosa no debe realizarse en las escuelas. Para eso están las parroquias y los sacerdotes; las mezquitas y los imanes; las sinagogas y los rabinos, por nombrar las monoteístas. Porque no olvidemos que lo que se pida en nombre de la Iglesia Católica valdrá a cualquier otra confesión en aplicación del artículo 27.3 de la Constitución: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.
Soy partidaria del modelo francés en el que la escuela no adoctrina, aunque sí creo que se debe impartir una asignatura que nos permita conocer y reconocer el hecho religioso, porque la ignorancia provoca miedo y reacciones de rechazo. Considero importante una aproximación entre personas de diferentes creencias para fomentar el conocimiento de sus valores. Sin duda esto nos proporcionaría un mayor respeto mutuo, y evitaríamos “el choque de civilizaciones” que no es más que un choque de ignorancias. Evitar esto sí es misión de la escuela.
Yo he sido adoctrinada pero he echado de menos en mi formación conocer otras formas de buscar. Quizá por eso permanezco con todos los sentidos despiertos y receptivos.
No hace mucho tuve que realizar un trabajo sobre la ritualidad del budismo y con un grupo de compañeras y compañeros de la facultad nos desplazamos al alpujarreño monasterio “Osel Sing”, una de las cosas que llamó mi atención fue que rezasen el rosario, bueno algo parecido, allí le llaman “mala”, y consiste en un collar de 108 cuentas, que reflejan el cosmos. Las pequeñas bolas que lo componen son elaboradas a partir de las semillas del árbol del bodhi o de madreperla. Con cada cuenta se repite una oración que llaman mantra. El más popular es “Om Mani Padme Hum”. Su repetición constante ayuda a que los efectos de la meditación sean duraderos.
Un instrumento para rezar que yo creía patrimonio del catolicismo se convertía en una pieza cargada de fe pero bañada por los matices, las costumbres y las tradiciones de otra religión.
Seguí buscando y comprobé que los musulmanes también lo utilizan. Fui a pasear por los comercios de la calle Calderería de Granada con la intención de conseguir uno. Pregunté por un rosario y nadie lo tenía. En un establecimiento me atendió un muchacho muy joven, en un principio puso cara de interrogación pero en vez de contestarme que no tenía como el resto, me preguntó qué era lo que buscaba. Le contesté que un instrumento para rezar y con las manos hice el gesto de pasar cuentas. Sonrió mostrando una perfecta y blanquísima dentadura y me entregó uno de color verde esmeralda, al tiempo que me ilustraba sobre su nombre. El “masbaha” tiene 99 cuentas, con cada una se recita uno de los nombres y atributos de Alláh, generalmente concluye recitando la profesión de fe: no hay otros dioses más que el único Dios. Pero no me los podía enseñar porque él no sabía. Me hizo gracia, dos personas descreídas y un collar para rezar.
Después supe que Jesús nunca enseñó a orar empleando instrumentos para contar oraciones. Que el origen del rosario proviene de los pueblos paganos en su culto a la Diosa Madre Astarté (ochocientos años antes de Cristo), y más tarde a la Diosa Diana (trescientos años a.d.C). Que seguramente, por estar privados de la parte femenina de la deidad, los católicos lo dedican a coronar con guirnaldas de rosas a la Virgen.