jueves, 8 de mayo de 2008

Lilith...










Lilith...
20.6.07

Estoy escuchando el disco de Pedro Guerra “Hijas de Eva”, una canción que dice: ¿Quién fue la mujer que pasó del paraíso, del bien y del mal, y sin pensarlo se fue?¿Quién fue la mujer que también surgió del polvo y la arcilla y no fue hueso del hueso de Adán? ¿Quién fue la mujer que creció en la subversión y no quiso entender el sexo sin libertad? ¿Quién fue la mujer que cansada de vivir infeliz y atrapada se decide a volar? ¿Quién fue la primera mujer que independiente en su forma de ser no se dejó gobernar?
Lilith fue la primera mujer, y pienso que es una buena ocasión para acercarnos a ella. Miguel Ángel nos la legó en los frescos de la Capilla Sextina.
En los primeros momentos de la Creación, Dios creó a Adán y supo que no era bueno que estuviera solo. Con barro creó entonces a la mujer, para que lo acompañara, y le puso por nombre Lilith, "aliento".
Cuentan que ella cometió dos transgresiones, tan terribles, que le valieron su expulsión no sólo del Paraíso, sino de la "historia oficial". Vaga desde entonces por los márgenes, por las fronteras del exilio, con largos cabellos y alas (uno de sus atributos y gracias a ellas jamás puede ser atrapada) algunas veces, con rostro de mujer y cuerpo de serpiente...
¿Por qué?... porque no obedeció la orden de sumisión que le impusieron. Pensaba que era igual a su marido, que tenía los mismo derechos que él porque habían sido creados con el mismo barro. No se sentía inferior, ni débil, ni dependiente, era una mujer íntegra y como tal quería gozar, al igual que Adán, de la vida y de todo lo que ésta implicaba, incluidos la sexualidad y el erotismo.
Le propuso a Adán ciertos cambios, para que también ella pudiera sentir placer… Él se negó: ella debía aceptar la imposición de amarlo mirándolo siempre desde abajo. Sin embargo, Lilith se resistía a reconocer como superior al hombre y es así como nos encontramos que fue la sexualidad la que marcó el comienzo de la conciencia...
Evidentemente no había lugar allí para dos iguales, decidió abandonar el Paraíso. Pero antes, cometió la segunda trasgresión: pronunció el nombre inefable de Dios… Y la Ley establece la prohibición: Yahvé es el Dios que no se menciona. Lilith lo traspasó… pensó que tenía derecho sobre su voz, derecho a la palabra, derecho a nombrar… pensó que tenía los mismos derechos que Adán, los mismos derechos que los hombres… decidió disponer de las palabras… Se arrogó el derecho a nombrar, a pronunciar lo impronunciable. Y de este modo, liberó al mundo de los límites de la imaginación y del conocimiento, poniendo en escena el lado oscuro de la Creación.
El castigo divino fue la casi completa desaparición de Lilith de la historia. Y así, la primera mujer es, al mismo tiempo, la primera "desaparecida". Su nombre fue borrado de la Biblia. Sólo una vez se la menciona (Isaías 34:14) y no resulta clara en todas las versiones.
Lilith se revela contra la imposición patriarcal (que no contra el hombre) porque ella sabe que la evolución sólo es posible gracias al juego equilibrado de lo femenino y lo masculino, y mientras no sea aceptada seguirá en el exilio.
Prefirió su libertad, aunque fuera en una caverna, antes que la vida en un paraíso que la obligaba a renunciar a su propio deseo. Desde entonces, las diversas tradiciones la han asociado con la "cara oculta" del ser (¿el inconsciente?)... la quisieron silenciada, la quisieron desaparecida por ser dueña de su cuerpo y de su lengua, del placer y la palabra.
Lilith representa el arquetipo de lo femenino negado por la cultura patriarcal y ha servido como estandarte del feminismo. Ella fue la única capaz de articular el impronunciable y verdadero nombre de Dios. Es la efigie del erotismo femenino, de la sexualidad desbordante y natural de la mujer que aparece intensamente atractiva.
Lilith es la metáfora femenina que nos llevará a transgredir lo prohibido, que suele ser sinónimo de cuanto desnuda, desvela o evidencia la Verdad.
Ante el sagrado femenino se han colocado miles de velos. Pero, como el humo del fuego sagrado, siempre se manifiesta la potencia ancestral de la divinidad. A pesar de los esfuerzos de religiones y autoridades del conocimiento, que se despliegan desde hace siglos, será cuestión de tiempo que con la ayuda de su “aliento” se desvele sutilmente y podamos contemplar a la Diosa.