La fotógrafa de Guadix.
7 de Mayo de 2008
Varios meses han transcurrido desde que las asociaciones de mujeres Cuatro Veredas y Acci iniciaron una interesantísima actividad de recopilación de fotografías familiares. Me han brindado la oportunidad de colaborar con ellas en la búsqueda de historias de antaño, revisando viejos álbumes y cajas de lata decoradas, en las que se guardan tan preciosos tesoros. Y si bien el trajo realizado dará que hablar, hoy quiero compartir contigo lo que para mí ha sido un descubrimiento que debo a Mari Vico.
De las muchas fotografías que hemos visto, que hemos fechado, de las que hemos escrito la historia que no se ve, pero se sabe, ha habido algunas que llamaron poderosamente mi atención, eran retratos de accitanas jóvenes con mantilla española. Me gustaba el encuadre, el gesto, el conjunto, y empecé a preguntar a sus propietarias, en qué lugar se habían realizado y quién las había hecho. Fue entonces cuando me hablaron de Lola Valverde Sepúlveda, la fotógrafa de Guadix.
Nació en nuestra ciudad el 7 de noviembre de 1930, día en que se recuerda a los doce profetas menores de la religión católica. Su madre era una bastetana llamada Pilar Sepúlveda Souvier, a la que gustaba dibujar y que durante mucho tiempo retocó con carboncillo las fotografías que realizaba su marido. El se llamaba Jesús Valverde Gómez, excelente fotógrafo que nos ha legado una importante parte de la historia y del patrimonio de nuestra ciudad en imágenes, y que de no ser por él habríamos perdido definitivamente. Jesús había estudiado pintura en Madrid de la mano de Cecilio Plá, un excelente pintor valenciano que obtuvo Medalla de Honor en la Exposición Universal de París de 1900, preciso dibujante cercano a la sensibilidad modernista, que también tuvo como alumno a José María López Mezquita.
Este padre y esta madre, con especial sensibilidad para el arte, son quienes orientan a Lola en su afición por la fotografía que terminaría siendo su profesión durante treinta años.
Lola comenzó a trabajar en el estudio de sus padres, en la segunda planta del número 13 de la calle San Francisco, que tenía la particularidad de facilitar las fotografías de estudio con luz natural, gracias a un lucernario.
Aprendió a manejar todos los productos químicos que se ordenaban en impecables frascos en los estantes del laboratorio de revelado, y en ese mágico lugar que es el cuarto oscuro de una fotógrafa, fue atrapando, cada día, instantes efímeros de felicidad y emoción, que han llegado a nuestras manos. Puedo imaginarla bajo la tenue luz pasando el papel de una batea a otra hasta conseguir los efectos deseados. Ajustando la ampliadora para lograr un gran retrato que recordase aquel rostro tan familiar y querido...
Con el tiempo el estudio de su padre se denomino “Fotos Lola”, y a su puerta llamaban profesionales del gremio de toda la comarca para encargarle revelados y tratamientos de clichés, porque ella alcanzó un alto grado de especialización en el tratamiento de la fotografía en blanco y negro. Y su pericia unida a su personalidad práctica e innovadora, la convirtieron en pionera en el revelado de placas bucales, trabajo que realizaba para la consulta del dentista Juan de Dios Carrillo.
Contrajo matrimonio con Antonio Gómez Falcó en 1960 que también se dedicaba a la actividad fotográfica, lo que les convirtió en amantes en la vida y compañeros en el trabajo. Tuvieron tres hijos Carmen María y Salvador Jesús (que me cuentan son grandes aficionados a la pintura) y Antonio, que desarrolla su talento con los números. Gracias a ellos he podido acceder a los documentos que acreditan la profesionalidad de Lola. Uno de ellos es el carnet del Sindicato Nacional del Papel y Artes Gráficas, concretamente del Grupo Sindical Nacional de Fotógrafos Profesionales de España por el que se le adjudicó el número 4.678, en él aparece una bonita foto de Lola y en su reverso nos informan que su especialidad es la de “Fotógrafo con Galería”, y también descubrimos la firma de caligrafía suave y segura de nuestra protagonista. Perteneció a la Asociación Provincial de Empresarios de la Fotografía de Granada y a la Federación de Fotógrafos profesionales del Sur de España. Falleció en el verano de 1993, pero cuando miro las fotografías que de ella han llegado a nosotras, consigo verla colocando adecuadamente a sus modelos, intentando captar la esencia de su personalidad, sus estados de ánimo, la belleza que está en el interior...
Por eso quería presentártela e incorporarla a nuestro patrimonio de personas que merecen la pena.
7 de Mayo de 2008
Varios meses han transcurrido desde que las asociaciones de mujeres Cuatro Veredas y Acci iniciaron una interesantísima actividad de recopilación de fotografías familiares. Me han brindado la oportunidad de colaborar con ellas en la búsqueda de historias de antaño, revisando viejos álbumes y cajas de lata decoradas, en las que se guardan tan preciosos tesoros. Y si bien el trajo realizado dará que hablar, hoy quiero compartir contigo lo que para mí ha sido un descubrimiento que debo a Mari Vico.
De las muchas fotografías que hemos visto, que hemos fechado, de las que hemos escrito la historia que no se ve, pero se sabe, ha habido algunas que llamaron poderosamente mi atención, eran retratos de accitanas jóvenes con mantilla española. Me gustaba el encuadre, el gesto, el conjunto, y empecé a preguntar a sus propietarias, en qué lugar se habían realizado y quién las había hecho. Fue entonces cuando me hablaron de Lola Valverde Sepúlveda, la fotógrafa de Guadix.
Nació en nuestra ciudad el 7 de noviembre de 1930, día en que se recuerda a los doce profetas menores de la religión católica. Su madre era una bastetana llamada Pilar Sepúlveda Souvier, a la que gustaba dibujar y que durante mucho tiempo retocó con carboncillo las fotografías que realizaba su marido. El se llamaba Jesús Valverde Gómez, excelente fotógrafo que nos ha legado una importante parte de la historia y del patrimonio de nuestra ciudad en imágenes, y que de no ser por él habríamos perdido definitivamente. Jesús había estudiado pintura en Madrid de la mano de Cecilio Plá, un excelente pintor valenciano que obtuvo Medalla de Honor en la Exposición Universal de París de 1900, preciso dibujante cercano a la sensibilidad modernista, que también tuvo como alumno a José María López Mezquita.
Este padre y esta madre, con especial sensibilidad para el arte, son quienes orientan a Lola en su afición por la fotografía que terminaría siendo su profesión durante treinta años.
Lola comenzó a trabajar en el estudio de sus padres, en la segunda planta del número 13 de la calle San Francisco, que tenía la particularidad de facilitar las fotografías de estudio con luz natural, gracias a un lucernario.
Aprendió a manejar todos los productos químicos que se ordenaban en impecables frascos en los estantes del laboratorio de revelado, y en ese mágico lugar que es el cuarto oscuro de una fotógrafa, fue atrapando, cada día, instantes efímeros de felicidad y emoción, que han llegado a nuestras manos. Puedo imaginarla bajo la tenue luz pasando el papel de una batea a otra hasta conseguir los efectos deseados. Ajustando la ampliadora para lograr un gran retrato que recordase aquel rostro tan familiar y querido...
Con el tiempo el estudio de su padre se denomino “Fotos Lola”, y a su puerta llamaban profesionales del gremio de toda la comarca para encargarle revelados y tratamientos de clichés, porque ella alcanzó un alto grado de especialización en el tratamiento de la fotografía en blanco y negro. Y su pericia unida a su personalidad práctica e innovadora, la convirtieron en pionera en el revelado de placas bucales, trabajo que realizaba para la consulta del dentista Juan de Dios Carrillo.
Contrajo matrimonio con Antonio Gómez Falcó en 1960 que también se dedicaba a la actividad fotográfica, lo que les convirtió en amantes en la vida y compañeros en el trabajo. Tuvieron tres hijos Carmen María y Salvador Jesús (que me cuentan son grandes aficionados a la pintura) y Antonio, que desarrolla su talento con los números. Gracias a ellos he podido acceder a los documentos que acreditan la profesionalidad de Lola. Uno de ellos es el carnet del Sindicato Nacional del Papel y Artes Gráficas, concretamente del Grupo Sindical Nacional de Fotógrafos Profesionales de España por el que se le adjudicó el número 4.678, en él aparece una bonita foto de Lola y en su reverso nos informan que su especialidad es la de “Fotógrafo con Galería”, y también descubrimos la firma de caligrafía suave y segura de nuestra protagonista. Perteneció a la Asociación Provincial de Empresarios de la Fotografía de Granada y a la Federación de Fotógrafos profesionales del Sur de España. Falleció en el verano de 1993, pero cuando miro las fotografías que de ella han llegado a nosotras, consigo verla colocando adecuadamente a sus modelos, intentando captar la esencia de su personalidad, sus estados de ánimo, la belleza que está en el interior...
Por eso quería presentártela e incorporarla a nuestro patrimonio de personas que merecen la pena.