martes, 27 de mayo de 2008

Honor y pureza sexual








Honor y pureza sexual.

31 de agosto de 2004

Mariana nació el primer día de Septiembre de 1804 en Granada, era la segunda hija de la plebeya cordobesa Dolores Muñoz y del capitán de navío Mariano de Pineda. Mientras sus abuelos maternos eran humildes labradores, sus abuelos paternos pertenecían a la nobleza. Sus padres no estaban legalmente casados, porque la condición de noble de su padre no lo permitía y esto provocó desavenencias, hasta el punto de que al cumplir la niña cuatro meses, sus progenitores se separaron. Un año después, él murió, pero la reconoció como hija natural poco antes, la nombró su heredera y Mariana fue entregada a su tío, José Pineda, administrador de su herencia. Quien no tuvo por ella mayor interés que el despojarla de todos sus bienes y darla en custodia al confitero José Mesa y su esposa Úrsula de la Presa.
En este hogar, donde recibió una educación esmerada, permaneció Mariana hasta los catorce años. Se casó a los quince, el 9 de octubre de 1819, con Manuel Peralta, un joven de Huéscar, militante del partido liberal. Tuvieron dos hijos José María y Úrsula María. Poco después, murió el esposo, quedando Mariana viuda a la edad de dieciocho años. Para entonces, ya estaba comprometida con las ideas liberales.
Inició su activismo político en 1824. Asistía a las reuniones de liberales, conseguía los pasaportes falsos, mantenía y distribuía correspondencia bajo nombres inventados con los exiliados en Gibraltar, y servía de enlace entre éstos y los presos en la cárcel de Granada, a quienes visitaba a diario... Parte de las tareas de inteligencia estaban a su cargo.
Tuvo un nuevo proyecto matrimonial en 1825 con Casimiro Brodett y Carbonell, de 26 años, destacado militar liberal, pero se desconoce por qué no pudieron casarse.
Cuando es proclamado rey Fernando VII, la casa de Mariana Pineda se convierte en un centro clandestino de amparo y ayuda para los liberales. El rey nombró a Pedrosa Alcalde del Crimen de la Real Chancillería de Granada, su nombre es sinónimo de fanatismo, intolerancia y tiranía. Estaba enamorado de Mariana, quien lo rechazó sistemáticamente a pesar de su insistencia.
En 1828, en medio de una sangrienta represión, Mariana organizó la fuga de la cárcel de Granada de su primo y amante, don Fernando Álvarez de Sotomayor, joven militar liberal, activo conspirador, procesado y sentenciado a pena de muerte. Consigue huir disfrazado de fraile, llega a Gibraltar y nuestra heroína no vuelve a saber de él.
En 1929 inicia una nueva relación sentimental con José de la Peña y Aguayo de la que nació su tercera hija a la que llamó Luisa.
Pedrosa sospechaba de Mariana, y por una delación, logró iniciarle proceso por causa de infidencia.
Es una de las pocas mujeres que en su tiempo cuestionó la ilegitimidad del poder absoluto y corrupto, defendió las libertades públicas y la igualdad entre los sexos, lo que la transforma en un antecedente de las ideas libertarias que llegaron a España a fines del siglo XIX.
Hoy, que se trabaja para erradicar la violencia de género y la discriminación laboral contra las mujeres, su figura cobra gran relevancia. Ella se atrevió a ser activista política cuando incluso en los círculos liberales y masones no se aceptaba la presencia femenina; con la misma libertad que eligió tener al menos dos amantes, rechazó con energía los avances de Pedrosa; cambió el tradicional e hipócrita concepto de honor femenino basado en la pureza sexual, por el de la incorruptibilidad de los principios éticos y la lealtad ideológica. Fue una de esas elegidas y preclaras mujeres que cuestionan las estructuras patriarcales de la sociedad.
La mañana del 26 de mayo de 1831, recorrió la calle Elvira a lomos de una mula que la condujo hasta el Campo de Triunfo de la Inmaculada. Las bocacalles estaban llenas de mujeres, que lloraban al ver como una bella joven, inteligente, valiente y comprometida, se dirigía con entereza al cadalso. Fue ejecutada por el procedimiento de garrote vil, meses antes de cumplir veintisiete años.
A ella, y a todo lo que representa, le dedicó la ciudad de Guadix una amplia y transitada avenida, que al cumplirse doscientos años de su nacimiento, ha sido remozada y embellecida.
Se rinde así público homenaje a Mariana Pineda y al mismo tiempo la ciudad adquiere, como lo hizo ella, un compromiso con la libertad y los derechos de las mujeres.