martes, 12 de agosto de 2008

Alcanza tu estrella fugaz.






Alcanza tu estrella fugaz.
9 de agosto de 2006.

Todos los veranos te hago una invitación para que mires con detenimiento la bóveda celeste. A mi se me despertó la afición en la cándida adolescencia mientras leía El Principito: “Cada noche, mira hacia las estrellas. La mía es demasiado pequeña para que puedan indicar donde se encuentra, pero es mejor así. Mi estrella será para ti una de tantas. Entonces, te gustará mirarlas a todas, y cada una será tu amiga”. Probablemente en esa edad en la que tantos cambios se producen y a tanta velocidad, la mente buscaba la estabilidad aparente del cielo, porque su inmensidad, el continuo parpadeo brillante y la paleta de azules me permitía sentirme parte de una esencia grande y misteriosa.
Este fin de semana deberías buscar un tranquilo lugar en el campo, lejos de la contaminación lumínica de la ciudad, rodearte de la mejor compañía, y acomodarte en la hamaca que llevas a la playa, porque el sábado el cielo se llenará de estrellas fugaces. Conocidas como Lágrimas de San Lorenzo, nos obsequiarán con todo su esplendor en la noche del sábado al domingo, concretamente a las dos de la madrugada, pero te advierto que la Luna, aunque ya está menguante dificultará la observación porque se encuentra relativamente cerca de la radiante, que es la zona del cielo en la que aparentemente se originan las trazas brillantes de una lluvia de estrellas. Según ha informado el Instituto de Astrofísica de Canarias se estima que habrá sesenta impactos por hora.
Las lluvias de estrellas son pequeñas partículas de polvo cósmico depositadas por algún cometa que, en su viaje anual alrededor del Sol, se encuentran con la Tierra. Entran en la atmósfera terrestre a gran velocidad y se desintegran, brillando en su caída. En el caso que nos ocupa, el de las Perseidas, la nube de partículas que cruzan nuestro cielo ha sido producida por el cometa Swift-Tuttle, que se denomina así por los apellidos de quienes le descubrieron en 1862, se pudo ver nuevamente en 1992 y volverá a estar al alcance de una vista, que no será la nuestra, en el año 2126.
Es el objeto conocido más grande que hace sucesivas pasadas cerca de la Tierra, piensa que su núcleo es de casi diez kilómetros de ancho y que uno así acabó con los dinosaurios.
Las Perseidas deben su nombre a que, si uno dibuja en un planisferio la ruta de las estrellas fugaces, vemos cómo casi todas parecen emanar de un punto en la constelación de Perseo. Igual ocurre con las Leónidas, que parecen radiar de Leo. Las Perseidas son una de las mejores lluvias regulares del año, pero no la mejor, porque están las Gemínidas de diciembre y las Quadrántidas de enero, pero no te quiero ni contar el frío que se tiene que pasar para verlas.
La mayoría son del tamaño de granos de arena; unos pocos son del tamaño de guisantes o de canicas, y pocos llegan al suelo, pero si lo hicieran, se le denominaría meteorito. La mayoría son visibles a unos 97 kilómetros de altura. Algunos meteoros más grandes se estrellan causando un flash más brillante denominado bola de fuego.
Hubo un momento en la historia de la humanidad en el que mirábamos al cielo con reverencia, entonces no había catedrales ni centros comerciales, y por eso las verdaderas joyas, tanto arquitectónicas como decorativos, se encontraban en la cúpula celeste. Entonces estábamos en perfecta sintonía con la diosa Gaia y comulgábamos con la magnificencia del cosmos, en las estrellas moraban los seres queridos que se habían ido y los que estaban por venir. Encontrábamos paz en la noche estrellada. Ahora es necesario un acto de voluntad decidida para concedernos un tiempo precioso que ganar mirando la inmensa bóveda lapislázuli. Pero te garantizo que merece la pena. Al cabo de unos instantes de observación se hace un vacío que te permite concentrarte en la belleza, notas como tu respiración se acompasa con el rítmico baile de las estrellas y te sorprendes al comprobar como sincronizan las palpitaciones del cielo con el sístole y diástole de tu corazón. En cualquier caso le habrás hecho un magnífico regalo a tus ojos y a tu mente. Pero ten cuidado, es muy probable que te aficiones y entonces podría pasarte lo que pronóstico de Flaubert: ”Si todos mirásemos un poco más al cielo, acabaríamos por tener alas”. Es un don que ya ha recibido Francisco Fernández, y con esas alas que concede el universo ha demostrado que es el mejor marchador europeo. Enhorabuena.