martes, 12 de agosto de 2008

Digo amor y digo libertad.







Digo amor y digo libertad.
10. Agosto.2002.

Las asociaciones de mujeres de Guadix tienen dentro de su programación anual una actividad que goza de gran aceptación entre sus componentes: las cenas de fin de temporada. Generalmente es entre los meses de mayo, junio o julio, cuando la mayoría de ellas celebra este acto de hermandad. Las distintas directivas eligen los restaurantes, los menús, el día y la hora. Las socias solo tenemos que ponernos de punta en blanco y acudir al punto de reunión. La asociación “Cuatro Veredas” se reunió en el “Pepe”. Después de la cena, a la que solo asisten mujeres, se realiza una larga sobremesa en el que se descartan de antemano lo temas serios y nos centramos en asuntos intrascendentes, pero absolutamente cotidianos.
Mientras nos tomábamos un café, Carmen nos contaba su odisea del otro día.
Nos decía que había tenido bronca con un dermatólogo del hospital de Baza, porque llegó diez minutos tarde a la cita, cuando ella llevaba más de año y medio esperando para que la operase, sin rechistar. La culpa de su demora se la repartieron a partes iguales su pelo que estaba empeñado en desafiar todas las leyes de la gravedad; las medias que se hicieron una carrera de ciencias puras mientras se las ponía; y los zapatos que se iba a calzar, porque se dio cuenta que uno de ellos parecía el protagonista de “Lo que necesitas es amor”, no encontraba su pareja, ni encima, ni debajo de la cama; para colmo se le descosió el botón de la falda que acababa de planchar y con todo el ajetreo se le corrió el maquillaje del ojo izquierdo.
Como salió tarde del hospital decidió comprar comida precocinada congelada, de esa que se mete tres minutos en el horno microondas y ya está lista para comer. Siguiendo las instrucciones del envase, se dispuso a prepararla, entonces el aparato eléctrico hizo unos ruidos extraños, soltó un par de chispas, y se paró. Lógicamente Carmen se quedó sin comer, bueno en realidad rapiñó algunos frutos secos y una cuajada.
Para remate de males por la tarde había quedado con unas amigas y cuando se acercó a pedir un café al camarero, oyó como la ponían verde.
La puntilla final la colocó una discusión con su novio en la que el tema estrella fue: el significado del amor.
Ella nos preguntaba ¿qué solución tiene esto?. Y alguien le contestó: maximizar el resultado de tus esfuerzos.
Acto seguido le dieron un puñado de consejos, que quiero compartir contigo.
¡Acepta tu pelo!, si llevas toda la vida intentando alisar el rizo o crear bucles en tus lacias greñas, abandona la lucha y aprende a amar tu cabello tal y como es.
No te pongas rimel en las pestañas inferiores, evitaras que se corra durante la jornada y tus ojos presentaran un aspecto más radiante.
Guarda los zapatos en sus cajas, siempre de dos en dos y procurando que sean iguales.
Usa guantes para ponerte las medias, así evitaras las carreras por un fortuito enganche con las uñas, pero siempre tienes el recurso de usar pantalones, te sientan bien y te ahorras un dineral en pantys.
Respecto al berrinche con las señoras del café, aprende a distinguir a las amigas de las conocidas, a las personas que necesitan tu ayuda de las que vampirizan tus energías, a esas que solo se aprovechan de ti. Y una vez que las tenga localizadas, ¡no les prestes más atención de la necesaria!. ¿Por qué vas a perder el tiempo saliendo con gente que no te apetece? No derroches tus magnetismo con esas falsas amigas que hablan mal de ti a tus espaldas.
Respecto al amor, apúntate a lo que dice Víctor Manuel en su canción: “Digo amor y digo libertad, porque sé que es algo más que compartir la soledad. Digo amor y entrego a los demás los rincones que me sobran y no quieres ocupar. Digo amor y también nombro la amistad. Digo amor y digo libertad”.