Armas de varón.
16.1.2000.
Siempre hemos oído hablar de las“armas de mujer”que se dedican a la seducción y la conquista de los varones. Pintarse los labios de rojo intenso, acariciar el pie de una copa suave y pausadamente, cruzar las piernas como Sharon Stone en instinto básico al tiempo que se dicen algunas palabras en voz baja y grave, son las más típicas y las que con mayor frecuencia recoge la literatura.
Sobre lo que no hemos oído tanto es sobre las armas que sin ser de fuego, ni blancas, utilizan los hombres para interesar a las señoras. Así que la invitación para la reflexión de hoy es esa.
¿Os habéis fijado alguna vez, en la playa, en algún señor que pasea solo por la orilla?. Normalmente va abstraído en sus conversaciones consigo mismo, lo que le lleva a un cierto abandono de su aspecto. Andar relajado, hombros caídos, brazos extendidos a lo largo del tronco, la barriga más bien abombada... De pronto a unos 500 metros ve a una preciosa chica en bikini y se produce un cambio espectacular, el pecho se proyecta hacia delante, el estómago entra en algún sitio desconocido, de forma inmediata, desaparece la postura vencida, las arrugas de la frente y las patas de gallo se esfuman al aparecer una estupenda sonrisa y esta posición se mantiene hasta que se cruza con la joven y esta lo ignora, pocos pasos más tarde, reaparece la chepa.
Es una lástima que los rituales de cortejo de la mayoría de los caballeros sean tan efectivas como los de un pescador que quiere obtener su pieza golpeándola con un palo en la cabeza. ¿O quizá será una herencia de aquellos neandertales que daban con la maza y luego las arrastraban por la melena hasta la cueva.