Aureliano del Castillo y Beltrán.
Mari-Gracia.
25.7.07.
Hoy quiero que conozcas a otro caballero del siglo XIX, nació en la vecina localidad de Jerez del Marquesado. Realizó estudios en el Seminario de Guadix y los continuó en la Universidad de Granada donde se licenció en Letras, tras lo cual regresó a nuestra ciudad.
Se llamaba Aureliano del Castillo y Beltrán y sus aportaciones a la vida social y cultural de Acci fueron muy interesantes.
Cuenta Flavia Paz que se casó con la joven hija de los Andrade, una distinguida e influyente familia. Quizá por esto o porque Aureliano tenía amistad con el obispo, su boda con Matilde Sánchez Andrade, tuvo lugar en la catedral, llamando la atención de la ciudadanía el camino de flores que condujo a la comitiva hasta el altar.
Del Castillo se ganó el pan durante un tiempo trabajando como profesor de francés en el Seminario-Instituto. Su tiempo libre lo dedicaba a la vida cultural, ya que durante un tiempo escribió poesía, desconozco si buena o mala, pero sí se que su brillante oratoria hacia que se le requiriese en las tertulias y en cuantos actos culturales se celebraban el Liceo.
No es de extrañar que en marzo de 1895 el obispo contase con él para formar parte de la comisión encargada de redactar el reglamento que había de regir la institución cultural denominada Círculo Católico de Obreros, cuya sede estaría en el edificio que hoy ocupa la Escuela de Artes. El 24 de julio organizaron una velada literario- musical, con motivo de la inauguración de la línea de ferrocarril de Guadix a Almería, en la que tuvo un papel destacado. Trabajó estrechamente y estableció vínculos de sincera amistad con José Domínguez Rodríguez “EL Magistral” y en “El Accitano” se nos informa que en el año 1896, escribieron juntos una Revista que se tituló “De Londres a Guadix” y que fue estrenada en los salones del Círculo.
En ese momento formaba parte del equipo de redacción del semanario “La crónica de Guadix” que sería el inició de toda una vida de colaboraciones en prensa , porque escribir en un periódico era la forma más sencilla de difundir sus ideas. Sería también colaborador de “El Accitano”. En el verano del 96 se incorporará como corresponsal a “El Defensor de Granada”. Un año después en el mes de octubre lo nombran corresponsal de dos periódicos de Madrid “El Imparcial” y “El Globo”
Pero no solo el periodismo captaba su atención, era muy aficionado a la pintura y dejó su huella en varios retratos que realizó para la iglesia, todos ellos de obispos de la Diócesis accitana, corría 1898. Se pintaron con intención de decorar el salón de recibo del Palacio Episcopal.
Como pintaba, escribía y declamaba, le gustaba observar lo que otros hacían y así se convirtió en crítico de arte, llegando a ser muy conocido en el mundillo literario de la época como “Teloncillo”.
En 1903, cuando se preparaba las oposiciones a bibliotecario-archivero de la Universidad de Granada, plaza que logrará, presentó en Madrid, en un concurso literario organizado por la Asociación Española Artístico Literaria, su novela “Mari-Gracia”. Consiguió el primer premio y de inmediato se procedió a imprimirla en “La Nación Militar”, en una lujosa edición con ilustraciones de Ernesto Gutiérrez. Tuvo tanto éxito que se reedita en 1904.
La trama transcurre en el barrio de las Cuevas de Guadix. El argumento es sencillo: historia de amor entre los jóvenes Mari-Gracia y Colás, un tercero en discordia Ramón, hijo del alcalde del barrio, y la tragedia pone el punto final. Sus principales puntos de interés son las ilustraciones; el detallado inventario del vestido femenino; la narración de las fiestas de la Virgen de Gracia; la fotografía que realiza de un momento de la historia de las cuevas; o el minucioso relato de las duras sesiones de limpieza que se daba la protagonista para tener su cueva impecable. Sin embargo alcanzó popularidad y se incorporó a todas las tertulias por el capitulo quinto donde se satíriza la figura de Pedro Poveda, que aparece como un curita joven llamado “Padre Corveda” hecho que provocó controversias en el ámbito local y ríos de tinta en la prensa. No olvidemos que Poveda no estaba bien visto por la jerarquía, que lo hizo blanco de sus conspiraciones palaciegas, porque era demasiado liberal, tenía ideas raras sobre la justicia social y la educación, creía en las potencialidades emancipadoras respecto a la pobreza que poseían las mujeres, pensaba que el cambio era posible con trabajo y con fe, y la gente le quería… Pero esta es otra historia.