Un poema de Inma Arrabal.
La enfermedad.
No pude retener la tarde
sólo con gotas de lluvia de hoy
que es
lunes
y
dieciocho.
El aguacero me cogió al salir del taxi,
el semáforo no estaba ni rojo ni ámbar
y pasé porque lucía verde, como mis ojos.
Me olvidé por un segundo
del dolor que me causaban
los dichosos zapatos de tacón.
Se me durmieron las palabras
al paso de las horas
con el tictac de dos relojes turbios
y la ciudad fue celosía de murmullos azules.
El invierno se acerca, pero aún es otoño,
las hojas doradas de los árboles mueren un año más…
Llegué a mi casa,
pensé encontrarla al conectar el ordenador
mas no vi restos de lluvia en la pantalla
ni la luna apareció para contarme cuentos.
Sin embargo, me ocupó ese instante
sin que me lo propusiera.
Ahora la noche se apaga apartando al silencio
y está llegando el alba.
La espiral de las horas me anuncia un nuevo día
como si fuera lluvia primeriza.
La enfermedad me invade
hoy que ya es
martes
y
diecinueve.