martes, 19 de agosto de 2008

Aspirina con café, por favor.










Aspirina con café, por favor.
15. septiembre.2003.

Las personas, desde que el mundo es mundo, han utilizado diversas sustancias para luchar contra las enfermedades. Hasta principios del siglo XX, eran fundamentalmente productos naturales procedentes del mundo vegetal, muchos de los cuales surten hoy nuestros herbolarios.
Es mucha la gente que hoy en día utiliza fármacos nada naturales para poder seguir con su vida, porque están afectadas de una enfermedad que yo llamo “la gran angustias”.
¿Quién no conoce a alguien que tenga un poderoso surtido de medicamentos legales cuyo único objetivo es introducirle en el maravilloso mundo de los sueños?. Utilizan en períodos de relativa tranquilidad los lexatines de tres miligramos. En épocas de máxima tensión incorporan al desayuno un miligramo de Tranquimazin y para afrontar la noche algún que otro Valium. Para conciliar el sueño en tierra firme prefieren el Stilnox, para el mar y el aire el Rohipnol porque les ayuda a olvidar. En el fondo de sus almas aspiran a ser como los grandes del cine y de la canción: Marilyn, Sabina ...
Otros grupos de población prefieren los estimulantes, aquellos medicamentos que contienen anfetaminas o antidepresivos. Se consumen por vía oral en comprimidos aunque en ocasiones se inyectan, siendo de esta manera sus efectos mucho más intensos. Adolescentes y jóvenes estudiantes las toman para un mayor rendimiento escolar, y las mujeres jóvenes y de mediada edad como parte de un tratamiento para adelgazar, que paradójicamente ha sido prescrito por algún profesional de la medicina con título legal vigente y que literalmente se está forrando de billetes. Algunos malos conductores, que quieren poner sus capacidades al límite y evitar quedarse dormidos, también consumen estas sustancias, lo que antes o después termina provocando algún accidente.
Una compañera de trabajo que tuve hace muchos años desayunaba un café solo y una aspirina, porque si no lo hacía le resultaba imposible ponerse a trabajar, según ella aquella mezcla eran sus pilas.
Muchas personas son adictas a los medicamentos pero jamás aceptarían admitirlo. Su actitud es negar su adicción porque a las drogas legales no las considera drogas, les aplican el mismo patrón de justificaciones que al alcohol y al tabaco.
Cada uno y cada una de nosotras deberíamos hacernos y contestarnos estas cuatro preguntas: ¿He sentido alguna vez la necesidad de disminuir el uso de un medicamento que me ha sido prescrito por el médico o médica?¿Me he sentido molesta alguna vez por comentarios de personas amigas o familiares que hacían referencia al uso y consumo de determinados medicamentos para los que hace falta receta médica?¿Me siento alguna vez culpable o me arrepiento por el uso de esas medicinas?¿He tomado alguna vez medicinas como un medio para "seguir adelante" o para "calmarme"? Valora detenidamente tus respuestas por si pudieras estar abusando de los medicamentos de prescripción y consúltalo con el o la profesional que te cuida.
Otro buen ejemplo de estas drogas legales, esta vez sin prescripción médica son los productos que se utilizan para la limpieza doméstica, que en principio parecen inofensivos, como quitamanchas, pinturas, aguarrás, aerosoles o bolas de naftalina. Tampoco debemos perder de vista los pegamentos o el cemento de contacto. Los dos grupos de productos colocan a las personas en un estado de mareo “agradable” que se procura repetir como experiencia cuantas veces sea posible porque produce alegría y despreocupación. Las personas que se dedican a tareas de limpieza, los niños, las niñas y los adolescentes son quienes más utilizan estas sustancias, muchas veces sin ser conscientes del peligro que corren porque estos productos, una vez inhalados, van directamente al cerebro y a los pulmones alterando su funcionamiento, queman la mucosa de la nariz y pueden producir asfixia. Así que tened mucho cuidado porque cuando se inhala algo queda.